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Doble fondo

Roberto Pareja

Ruido, furia y siesta

LAS dos definiciones del misterio de la vida que nos dejaron Shakespeare, "un cuento contado por un idiota lleno de ruido y furia que no tiene ningún sentido", y Calderón de la Barca, "sueño", se ajustan como anillo al dedo a la situación política. La primera globalmente y la segunda particularmente al presidente del Gobierno.

Ruido y furia y cosas peores, como zafiedades varias, adornaron la recta final del bloqueo de diez meses. Los insultos se están convirtiendo en una constante en el Congreso de los Diputados, escenificando la ansiedad de sus señorías por ponerse manos a la obra y cada loco con su tema. Pablo Iglesias no está loco ni es idiota, pero llamar "delincuentes potenciales" a sus señorías o dar palmaditas en la espalda a gente como Oskar Matute (Bildu) -después de seguir dándole extemporáneas vueltas a la cal viva- o a Gabriel Rufián (ERC) -tras despachar un kilo de insultos al PSOE con mitad de cuarto de arte parlamentario- no hace más que echar potenciales votos a los morados por el sumidero de la desconfianza. ¿No se dan cuenta los politólogos de Podemos de que esas imágenes espantan al electorado menos politizado (el mayoritario), que sólo se queda con la terrible copla de que Podemos compadrea con los que quieren blanquear a ETA y con los que tienen como gran objetivo romper España sin entrar en mayores consideraciones? Iglesias y compañía deberían compadrear en todo caso con esos tipos en la cafetería del Congreso, pero no en el hemiciclo, o no habrá voto transversal que valga en cien años con tanta munición como dan a sus fieles enemigos, ésos que se pasan media vida criticando a Podemos con furia y ruido mientras ignoran la catarata de insultos demagógicos con la que apechuga, ¿verdad José Manuel Villegas?

Y lo de que la vida es sueño bien se le puede aplicar a Rajoy, don tranquilo, que se toma estos días de puente para sestear dándole vueltas a su Gobierno, como si su investidura hubiera sido imprevista pese a que estaba hecha hace un mes, desde que el Comité Federal del PSOE cambió el palo por el palio.

La gente odia al que le hace sentir su propia inferioridad y algo de eso hay por aquí. Pedro Sánchez parece que ya lo ha superado, pero demasiado tarde.

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