TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

La Muy Ruidosa ciudad de Sevilla

Hace mucho tiempo que Sevilla dejó de ser la machadiana ciudad de patios y fuentes silenciosas

La refundada revista Mercurio anda ya colgada en la red y amenaza con un inminente número monográfico en papel sobre un tema capital para nuestro tiempo, el silencio (o mejor dicho la ausencia del mismo), una acertada apuesta del muy sigiloso Javier González-Cotta, más en estas fechas navideñas de continuado estruendo callejero. Porque, a los muchos títulos que atesora Sevilla en los últimos tiempos (capital del turismo, de la gastronomía, del cine español, del chunda-chunda MTV…) hay que unir ahora su candidatura a la de sede mundial del ruido. Sólo Málaga (la bella y taimada ciudad mediterránea) intenta hacernos sombra colocando en sus calles un hilo musical con las Christmas sons de Mariah Carey, lo que ha provocado un tuit de agradecimiento de la propia artista neoyorquina que ha hecho rejuvenecer las veteranas carnes del alcalde Francisco de la Torre. Pero que no se hagan ilusiones, Sevilla está apostando fuerte y sólo hay que darse una vuelta a eso de las nueve de la noche por la Plaza de San Francisco para ver que nuestros bafles son más grandes y potentes que los malacitanos. ¡Qué derroche de vatios y decibelios! ¡Qué gran espectáculo de luz y sonido! Si no está contento con tal barahúnda y tiberio, el paseante siempre puede dirigir sus ilusionados pasos hacia las setas, convertidas definitivamente en el ágora de la nueva Sevilla, que en estos tiempos de laicismo militante ha cambiado el blasón de la Muy Mariana por el de la Muy Ruidosa.

Para llegar a este modelo de celebración invernal estruendosa y contaminante (el volumen alto también emite gases de efecto invernadero) hemos recorrido un largo camino. Hace ya mucho tiempo que Sevilla dejó de ser la ciudad susurrante y machadiana de los patios y las fuentes. La mataron el motor de explosión, la amplificación electrónica del sonido, los bares de niñatos y las euforias navideñas de los concejales. De vez en cuando, el Ayuntamiento inicia alguna tímida campaña contra el ruido y, tras cerrar algún garito infame y conseguir un par de titulares en la prensa, vuelve a su letargo. Ya lo dijo el catedrático de Administrativo y veterano combatiente contra el decibelio, Jesús Jordano: "El ruido es el problema ambiental que más sufrimos los sevillanos". ¿Y qué hace el Gobierno municipal, el mismo que pregona la condición de capital verde europea de Sevilla? Mirar para otro lado y, cuando se acerca el solsticio, disfrazarse de un ruidoso y obeso Papá Noel.

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