RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez-Azaústre

Rutas de esclavitud

VA el mundo tan mal que uno no sabe ya de qué escribir. Ayer por la mañana escuché en Canal Sur, en el programa de Domi del Postigo, el testimonio escueto de un hombre que camina por las rutas exteriores de una esclavitud. Sigue habiendo esclavitud en el mundo, tan ordenada, tan bien estructurada como en las travesías atlánticas de hace doscientos años: en muchas guerras de ahora, después de los bombardeos entra la infantería, que secuestra a la población civil, especialmente a los niños, para venderla después a mercenarios que los convertirán en soldados, o a harenes, o a senderos opacos de una disolución de sus derechos. Cuando le han preguntado al invitado sobre esta situación, sobre si se sabe o no se sabe en Occidente, ha respondido que la conoce quien la quiere conocer, pero que a veces vivimos con la desinformación haciendo de capucha disuasoria. Estamos sordos, ciegos, llevamos la capucha incorporada, pero si alguien quiere despojarse de ella, o al menos de una de tantas que cargamos, que rastree el programa de Domi del Postigo en internet o busque, sencillamente, "rutas de la esclavitud hoy", que es una manera dura y contundente de encontrar la realidad terrible.

Claro que hay otras realidades: simpáticas, diversas. Sin ir más lejos, en Montilla se está haciendo el roscón de reyes más grande del mundo, lo cual quiere decir que llevará la proporción más descomunal de huevos y manteca, de harina y levadura, de sal y hasta de agua de azahar. No sé si es una buena noticia que el roscón más grande del mundo se haga en Andalucía, en Córdoba, en Montilla, pero sí que situarlo justo en el ecuador de la columna añade un ingrediente soterrado que es una sorpresa entre la crema, ya sea pastelera, nata o cabello de ángel: las más encarnizada demagogia, que sitúa en el mismo contexto, la realidad de esta columna, la esclavitud de los niños en el mundo y el roscón más grande del planeta. Aquí estamos en crisis, o al menos eso aseguran. Manuel Alcántara me dijo en una ocasión que cuando le hablan de crisis él se echa a reír, porque la mayor crisis que su generación y él han conocido eran las cartillas de racionamiento, alimentarse a base de algarrobas y de una esperanza incierta en el futuro. Sin embargo, Alcántara y su generación pudo boxear con el futuro, castigar bien el hígado de una desolación, que es lo que tendrá que hacer también toda esta gente que no tiene el abrigo de unas Naciones Unidas de comparsa. Gaza, lo demás. Al menos del programa de Domi del Postigo lanza pocas certezas, y es el interrogante continuo de estar vivos. Le dio la alternativa Jesús Hermida, que es la televisión correspondida. Todas estas rutas de una esclavitud son interiores.

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