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La ciudad y los días

carlos / colón

A SS MM de Oriente

EN papel de carta de Reyes de Pichardo, con sus coloreadas dunas, cielos estrellados, camellos y estrella de Belén, y con una pluma estilográfica Parker 21 de la papelería Ferrer, regalada en la primera comunión, escribo a SS MM los Reyes Magos de Oriente para recordarles algo que quienes fuimos niños en los años 50 sabemos bien: menos es más. Para saberlo no necesitamos ser tan inteligentes como el arquitecto Mies van der Rohe, que convirtió esta frase en su lema. Nos bastan nuestros recuerdos de distintas mañanas de Reyes sólo iluminadas -y no hacía falta más- por un caballo de cartón toscamente pintado comprado en los callejones de Regina, un fuerte con un puñado de soldados y de indios de plástico -a los que a veces se añadía el lujo de un par de tiendas y una canoa- del 0,95, un traje de comboi con pistolas de mistos o un Tiburón Citroën Payá. ¡Eso sí que era un lujo, sólo superado por los Scalextric o los aviones que volaban de verdad que veíamos pasmados en los escaparates de Cuevas! Nunca tuve ni uno ni otro y, que yo sepa, no arrastro ningún trauma por ello. Si acaso tuviera alguno sería por no haber recibido una mañana de seis de enero el coche de pedales -no se pueden imaginar cómo eran en los años 50: parecían los de Cars- que pedía inútilmente año tras año. Pero ni este deseo frustrado es un mal recuerdo: mantuve la ilusión casi hasta tener edad de sacarme el carnet de conducir.

Queridas majestades de Oriente: no hartéis a los niños con montañas de juguetes sofisticados porque se harán un lío y, lo que es mucho peor, empezarán a confundir felicidad con acumular, valor con precio, calidad con cantidad y amor con rendición a sus caprichos. Emprendiendo así el triste camino de la insatisfacción permanente, el hartazgo perpetuo, el desprecio por las cosas -porque lo peor de quien las acumula es que acaba hartándose de ellas si no se convierte en un imbécil- y la sumisión a quienes espolean el consumo insaciable. Un Tántalo permanentemente insatisfecho. Mirad que si menos es más, más siempre es menos. La acumulación produce hartazgo. Lo mucho quita valor a las cosas y lo poco se lo da.

Cumplid pues con lo que los niños os piden en las cartas y haced realidad sus ilusiones esta noche, que es la más hermosa del año después de la que va del Sábado de Pasión al Domingo de Ramos. Pero no olvidéis que para que una ilusión viva nunca debe cumplirse del todo.

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