Saber hacer, hacer saber

En el encargo se escogen artistas y en el concurso se selecciona a la mejor obra entre las presentadas

Apenas ha empezado el año y van llegando a los salones y páginas de periódicos los carteles que anuncian la importante serie de ritos, fiestas y acontecimientos que los sevillanos hemos preparado con dedicación durante el año para nuestro propio disfrute y para el de todos los demás. La reciente presentación del cartel de la temporada taurina en la Plaza de la Maestranza ha cuajado como un acto relevante y de expectación. La línea escogida por la institución, del encargo directo a artistas de renombre y una contrastada trayectoria en las bellas artes, constituye una manera clara y directa de hacer una colección de carteles entre los que algunos destacan y otros llaman la atención, pero siempre de autor. Han conseguido, en mi opinión, que el cartel en sí sea más objeto de atención que lo que anuncia, y que el debate proporcione el atractivo que todo cartel busca. ¿Todavía no ha visto el de este año…? Está bien, pero puede que no pase a la historia. El equilibrio y una innegable corrección en su composición y colorido permiten la amplia aceptación, porque que te guste no tiene riesgo alguno y lo contrario tampoco.

Entre optar por el encargo directo de los carteles y el concurso, hay opiniones para todos los gustos, porque tanto un sistema como otro pueden proporcionar buenos resultados con un poco de suerte por parte de todos, organizadores, jurado en caso de concurso y artistas. La diferencia principal es que en el encargo se escogen artistas y en el concurso se selecciona a la mejor obra entre las presentadas. Personas y nombres priman de un lado y obras en sí mismas del otro. Siempre he preferido el concurso, pero quizás sea una deformación profesional. Desde que Brunelleschi ganó en 1419 el concurso para construir la cúpula del Duomo de Florencia, los arquitectos se presentan a los concursos libremente, invirtiendo esfuerzo y recursos en abierta competencia y los artistas plásticos igualmente, principalmente en pinturas conmemorativas o carteles. El concurso proporciona limpieza y transparencia, en el anonimato de las obras presentadas y el ético proceder del jurado. Para muchos artistas un concurso puede ser el mejor camino para mostrar a los demás y a si mismo sus capacidades y méritos.

Carteles y carteles vendrán uno tras otro en la temporada, con mayor o menor fortuna, con más o menos acierto artístico, encargados directamente o por concurso, por instituciones públicas o privadas. Para anunciar un acontecimiento relevante, un evento artístico o deportivo, o un candidato en una campaña electoral. Nos buscarán desde paredes y vitrinas, tratando de conseguir nuestro interés en una difícil competencia con una ciudad plena de atractivos y más en los meses de primavera que se nos abalanzan arrolladores en el menor descuido del calendario. Pasaron los años del mérito silencioso en el arca cerrada. Lo que tengamos, lo que queremos, lo que ofrecemos hay que contarlo. Vivimos tiempos en que no basta saber hacer hay que hacerlo saber.

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