TIENE muchísima razón Pepe Mel al advertir de las celadas que puede guardar la cita oscense de esta tarde. Tras los alegrones suelen aparecer unas sobredosis de autosuficiencia sumamente nocivas para el negocio. Quiero recordar que cuando el Betis eliminó sorpresivamente al Barcelona en el 94 con aquel gol de Juanito, cuatro días después era derrotado en El Madrigal por un equipo, el Villarreal, que nada tiene que ver con el que hoy vivaquea por la zona más noble de la tabla. Y como el éxito de Getafe ha tenido tanta repercusión, hay que estar con la guardia alta ante la posible inminencia de un batacazo.

Fue caro el peaje copero, demasiado caro, y ahora afronta la Liga el Betis sin gente muy principal. Y lo que son las cosas, quizá la ausencia que menos vaya a notarse sea la de Emana. De hecho, el otro día en el Coliseum fue a raíz de la lesión del camerunés cuando el equipo verdiblanco empezó a vislumbrar unos caminos más expeditos. Sí puede notarse Dorado, que de los fichajes realizados este verano ha sido el que sorprendió más agradablemente. Pero no caben lamentaciones, el fútbol es como es, obliga a vivir con estas incidencias y hemos de reconocer que el momento que vive el equipo de Pepe Mel es el más grato de los últimos cinco años... o más.

El colchón es el colchón, un mullido colchón, y Huesca no debería presentar demasiadas dificultades, pero la reflexión de Mel es acertada y el Betis no tiene otra que apretar los dientes y olvidarse de Getafe. Olvidarse del alegrón de Getafe, no del juego desarrollado allí. Jugando la mitad que en el Coliseum, el triunfo en El Alcoraz debería estar asegurado, pero para ello hay que correr como en Getafe sin caer en estúpidos ataques de arrogancia. Y es que corriendo como aquel día, la Operación Retorno estaría más cercana. Así son las cosas y ojalá la tropa sea fiel a la consigna del capitán y a un alegrón como el de Getafe suceda otro, justo esta tarde en Huesca.