APARECE julio mientras asistimos estupefactos al sabotaje de los que no obtuvieron respaldo alguno de las urnas. Seis meses nos llevamos con el Gobierno en funciones, lo que es sinónimo de inoperatividad para gobernar, y amenaza una repetición. Seis meses ya largos de aquel 20-D de nefasta memoria y vamos a ver hasta dónde se alarga. Nunca una clase política que se resista tanto en la derrota para demostración de que lo que menos le importa es el bien común. De morados y naranjitos qué vamos a esperar, pero resulta inconcebible que ese petimetre que ha conseguido empeorar su pésima marca anterior se aferre a la vana ilusión de vivir en la Moncloa antes de aceptar el resultado que salió de las urnas. Creíamos que al PSOE iba a cargárselo el nuevo Pablo Iglesias, pero no, todo tiende a suicidio gracias a un advenedizo contentísimo de haberse conocido.