TRÁFICO Cuatro jóvenes hospitalizados en Sevilla tras un accidente de tráfico

La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Salmo suspenso

Dos palabras le bastaron a Sierra para decir la palabra definitiva sobre el Cristo del Calvario: salmo suspenso

Un amigo me preguntó por qué, siendo tanto del Calvario, escribo tan pocas veces sobre él en comparación con otras hermandades a las que también pertenezco. De dos sobre todo, añadiría un malpensado. Pues porque no hay nada que decir sobre él, le contesté; porque exige silencio y contemplación, el mayor recogimiento y la más extrema austeridad. Las palabras le sobran tanto como los adornos a este Cristo ante el que resuenan las palabras de Santa Teresa: "Sin ruido de palabras le está enseñando este Maestro Divino, suspendiendo las potencias". Es lo que Farfán interpretó genialmente inventando para él en 1909 el primer paso de caoba con hachones. Ni dorados, ni candelabros, ni faroles, ni flores… Madera de féretro, cuatro cirios de velatorio, roca del monte Calvario y unos pocos lirios. Nada más. Nada menos. "Dios por el hombre ha muerto" dice la copla que hoy le cantarán en su Función Principal de Instituto, alzado el cadáver crucificado -¡tan vivo de vida donada!- sobre el espléndido altar de plata, oro y fuego que es el único lujo que su Hermandad se permite.

Sólo Juan Sierra dijo las palabras necesarias y definitivas sobre el Calvario en un artículo y dos poesías que se cuentan entre lo mejor que se haya escrito sobre la Semana Santa. Para él ceñirse el esparto en esta cofradía es abismarse en una "reclusión en solitario abandono"; y la estación de penitencia, una experiencia extrema: "colgado de una Cruz llevan este cadáver sus hermanos de muerte". La Catedral en la Madrugada -canto de sochantre, crujido de caoba- es "una alcoba de piedra en la que Dios vela solo", bajo su suelo "yacen los muertos con su fina sonrisa" y en la "oscuridad labrada" de sus capillas "los estandartes manchados de batallas con sus telas podridas tiritando de mármol se agarran a la aurora desesperante". Al referirse al tránsito del Cristo por ella Sierra alcanza su cumbre al definir al Calvario con dos palabras, solo dos palabras, que valen por todo lo que, yo incluido, se haya escrito sobre él: "El cadáver de Cristo penetra en esta augusta soledad hecha piedra como un salmo suspenso". Nada más. Nada Menos. Como el paso de Farfán. Pero Juan Sierra era Juan Sierra. El mejor poeta de del 27 sevillano, según Jorge Luis Borges.

Silencio para oír su palabra, despojo para gozar su riqueza, soledad para sentir su compañía y vacío que solo él puede colmar es lo que exige el Cristo del Calvario.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios