Sobreponiéndose a un primer tiempo infame y al habitual maltrato arbitral, el Betis salvó un punto, una especie de renta mínima, que es lo que le permitió ese VAR que lo martiriza. Pero bueno lo bueno, el empate va a permitir que el equipo verde, blanco y verde no esté tan asomado al abismo para que pueda planificar con mejor tino el curso que viene. No obstante, el partido tiene mucho que analizar y que criticar.

El primer tiempo que el Betis desgranó en Balaídos fue una copia más de cuantos fue recitando en un curso para el olvido. Sin fútbol, sin nada que ver con aquel conjunto que tantas críticas recibía por sus altas posesiones, rústico y, para colmo, distraído en defensa. Como ejemplo, el gol del Celta, que se inicia en un saque de Joel que convierte en marrón para Álex Moreno, que éste haga falta y el guardameta se trague un tiro que no es un balazo tras colocar mal la barrera.

En esos momentos se temía lo peor, pues el Celta se lleva todos los balones divididos aunque sin peligro para el Betis. Claro que conviene incidir en la falta de fútbol de un equipo que juega como jugaba antes de que llegara Setién. Sin dar tres pases seguidos y tratando al balón como si fuera un OVNI, que significa objeto volador no identificado. Afortunadamente, en el segundo tiempo aparece un Betis más coherente y la verdad es que todo va a librarse en terreno céltico.

Y en este segundo tiempo, la aparición de la habitual faena de los árbitros al Betis. Un penalti como una catedral lo revoca el VAR de forma incomprensible. Al poco, el gol de Feddal que también está a punto de revocar el artilugio. No fue así, tablas en Balaídos y un punto que ya debe ser decisivo para hacer las cosas con tranquilidad. Pero quiero advertir a los que manejan la barca que convendría averiguar de dónde procede el maltrato arbitral que tan asiduamente padece.