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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

San Isidoro, 175 años de educación pública

Pocas instituciones han sido tan provechosas para la ciudad de Sevilla como el Instituto San Isidoro

Si el pasado jueves entonábamos un adelantado gorigori por el Café Jazz Naima, condenado a muerte por la "revolución de los precios" que ha traído consigo la turistificación, apenas un día después saltaba la noticia del cierre de la Librería Reina Mercedes, cuyo escaparate con títulos de arquitectura, arte y diseño era una de esas pequeñas alegrías que el caminante encontraba en sus paseos por una avenida que, por cierto, puede presumir de tener uno de los pocos grandes soportales que quedan en Sevilla (Disgresión: el historiador del Arte Emilio Gómez Piñol ha dicho alguna vez que los soportales son una de las grandes aportaciones de España al urbanismo y la arquitectura, pero en nuestra ciudad han ido desapareciendo hasta ser una rareza que bien añoramos cuando llueve con furor ecuatorial o un sol de justicia nos quema el cogote en la canícula). Pero volvamos al hilo principal: continúa el goteo de esta extinción silenciosa del comercio cultural sevillano y ya sólo nos queda esperar a que se cumpla la profecía del alcalde Espadas cuando presentó su proyecto para la antigua fábrica de tabacos de Los Remedios: la llegada inminente de un "efecto Guggenheim", algo que no sabemos muy bien en qué consiste, pero que suena a definitivo y transformador, como la peste de 1649 o la Expo 92. Mientras arriba o no tal esperanzador efecto, nos consolamos pensando en la longevidad de algunas instituciones que han sido y son importantes para la ciudad, como el Instituto San Isidoro, el primero que tuvo Sevilla desde que se fundase en 1845 gracias al plan de estudios del Marqués de Pidal, con el que se sentaron las bases en España de lo que hoy se entiende como enseñanza secundaria. Saber que el San Isidoro, que ha iniciado los actos por su 175 aniversario, sigue ahí en el centro de la ciudad, después de revoluciones, dictaduras y guerras civiles, nos produce una satisfacción parecida a la que experimenta, en Desayuno con diamantes, el dependiente de Tiffany cuando el binomio amoroso Audrey Hepburn-George Peppard le informa de que aún hay premios en las cajas de sorpresas: "A uno le da una gran sensación de solidez y de continuidad".

Una comunidad, bien sea un país o una ciudad, es en gran parte lo que son sus instituciones, y pocas han sido tan provechosas para nuestra urbe como este centro de enseñanza por cuyas aulas pasaron Manuel Machado, Severo Ochoa o Luis Cernuda, entre otros muchos cráneos privilegiados. Larga vida al Instituto San Isidoro y a todo lo que significa de educación pública de calidad, cultura y ciencia para Sevilla. Feliz cumpleaños y que sean, al menos, otros 175.

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