LA excelente restauración y redimensión del Palacio de San Telmo, proyecto en el que el arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra sabe ser histórico y contemporáneo en el devenir diacrónico de un edificio inconcluso y parcelado, es objeto de ataques por lo que tiene de euromillonaria escenificación del poder. El mal de Andalucía no está en San Telmo, sino en las Casas de Santa Teresa (Amate), infraviviendas lacerantes de ancianos con paupérrima pensión cuyo calvario tolera el socialismo olvidadizo de su memoria histórica como movimiento político.

Nada nuevo bajo el sol. Quienes erigieron en Sevilla templos impresionantes vivían en una ciudad que rezumaba miseria. El Palacio Arzobispal no es el portal de Belén. La Sevilla de los Montpensier que ocuparon San Telmo soñando con el trono era una de las ciudades más insalubres de Europa. Mientras el duque bailaba en sus fiestas, los corrales de vecinos eran el paraíso de las infecciones.

En la Andalucía con un millón de parados, de los gobernantes elegidos y revocados por el pueblo (he ahí la gran novedad histórica) se esperaba que tuvieran más y distintas cualidades que las iglesias y las aristocracias, amén de mostrarse también capaces de tener edificios institucionales en perfecto estado de revista, de saber crear empleo en su corte (la de los funcionarios) y de emprender campañas de adoctrinamiento. El PSOE inicia hoy en Mairena del Aljarafe la ofensiva preelectoral, cuando falta todo un año para los comicios municipales, y se marca como prioridad la popularización de Pepe, que no es su mascota sino el presidente con el que quieren caer simpáticos para conservar el poder.

Tampoco hay novedad en el frente social. La emergencia económica en la que nos hallamos sumidos no convierte San Telmo en el Palacio de Invierno objetivo de asalto para una revolución de jóvenes frustrados por no hallar trabajo. La gran manifestación que se prepara para los próximos días es la romería del Rocío.