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La ciudad y los días

carlos / colón

Sánchez, 'The Revenant'

COMENTABA en la crítica de El renacido que la inverosímil supervivencia de DiCaprio -indios, oso, hielo, traición, entierro, precipicio, hambre- me recordó a la ardilla prehistórica Scrat de Ice Age y al Peter Sellers del inicio de El guateque, cuando lo dejan como un colador sin que él desista de tocar la trompeta. Me recordó también, pero la crítica no era lugar para decirlo, a Sánchez. Caído en el precipicio de los peores resultados electorales del PSOE, perseguido por la tribu de Susana, desgarrado por los osos-barones de su partido, traicionado o ninguneado prácticamente por todos, arrastrado por las gélidas corrientes que un día le llevan hacia la orilla de Ciudadanos y otro hacia la de Podemos, despreciado por el Gran Jefe González… Pero Sánchez, como DiCaprio, no sólo ha logrado sobrevivir, sino aproximarse a sus dos metas: una es La Moncloa, y la tiene difícil; la otra es el liderazgo de su propio partido, y la está consiguiendo.

Le ha salvado la vida Rajoy. Al declinar la oferta del Rey se ha tirado por el precipicio cual caballo de DiCaprio, permitiéndole a Sánchez refugiarse en el calentito hueco de su cadáver político como hacía el trampero en la barriga del equino. El calorcito que le ha resucitado no es el de las vísceras, sino el de los focos. Desde que aceptó el ofrecimiento de Felipe VI la vida de Sánchez es la de una estrella perseguida por los paparazzi, omnipresente en los medios, interpretando con voluntad y sonrisa el papel presidencial. De pronto sus antiguos iguales -Iglesias y Rivera- parecen aspirantes recibidos por un estadista. De pronto Susana parece una actriz de reparto. De pronto los barones parecen fariseos que pactan con Podemos en sus virreinatos pero se lo prohíben a él. De pronto la vieja guardia, y hasta el propio González, parecen momias que se deshacen al darles la luz. Es cierto que en la telepolítica esto puede durar un suspiro... Salvo que alcance la orilla. El poder lo hace todo real.

Gracias a su perseverancia dicapriesca y a Rajoy Sánchez ha dado un salto prodigioso en pocos días: como el de Paul Newman cuando se estrelló James Dean y le dieron el papel de Rocky Graziano en Marcado por el odio. Al contrario que Dean, Rajoy se ha estrellado por exceso de prudencia y lentitud. Pero el resultado ha sido el mismo para Sánchez, guapo contertulio televisivo con pantalones pitillo que tal vez acabe demostrando que sabe actuar.

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