Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Sánchez, tras los pasos de Suárez

El 28-F fue mucho más letal que el 23-F para el final del centrismo en España

El político que con los hechos pretende refutar y dinamitar la Transición española aspira a que los manuales de Historia lo comparen con el político que la diseñó, que la cocinó mediante unas maniobras con las que maniató y cortocircuitó al núcleo duro de los vestigios del franquismo. Suárez acabó con los fósiles, pero no se fosilizó. Sánchez sueña con superar ese legado e incluso eclipsar al truhán del Mississipi que naufragó en aguas del Guadalquivir.

Por lo pronto, Pedro Sánchez ya está en camino de lograr lo que fue el principio del fin de Adolfo Suárez. El cambio de paradigma político en Andalucía, una tierra amante de las tradiciones que tradicionalmente votaba a las izquierdas, no es ajeno a la creciente impopularidad que en esta tierra acompaña al actual presidente del Gobierno, que tiene su particular Salobreña en el palacio de las Marismillas para sus asuetos de agenda presidencial.

Ancha es Castilla… menos por Andalucía, decía un actor del espectáculo Alhucema de Salvador Távora. Por Andalucía empezó a hundirse el barco de la UCD. Para el partido que vertebró la Transición (allí todos se hicieron el harakiri: los franquistas, los comunistas, los centristas… todos menos los oportunistas y los agoreros), la efímera Unión de Centro Democrático, el 28-F fue mucho más letal que el 23-F. En los tiempos del aquel referéndum celebrado un día antes de que Pedro Sánchez cumpliera ocho años, Adolfo Suárez no podía prácticamente pisar suelo andaluz. Se convirtió en persona non grata del abigarrado andalucismo, que era una especie de sostenibilidad política. El Sur le fue tan esquivo al político de Cebreros como a su paisana Teresa de Ávila. Los que peinen canas en el lugar recordarán cómo el entonces presidente del Gobierno tuvo que salir a revientapolvos después de participar en un mitin en la localidad granadina de Atarfe. Hoy nadie le discute su papel en la Historia de España, su valentía para enfrentarse a militares que habían hecho la guerra civil con la legalización del Partido Comunista. Y hasta una avenida que llevaba el nombre de Carrero Blanco que llegaba hasta la portada de la Feria de Abril se llama ahora Presidente Adolfo Suárez.

El 23-F certificó el relevo de Suárez por Calvo-Sotelo. El canto del cisne del centrismo. Tiene razón Alfonso Guerra. Deben venir desde muy lejos porque llevan medio siglo buscando el centro y no lo encuentran. Ministros del Gobierno de Calvo-Sotelo como García Añoveros o Soledad Becerril perdieron su escaño en las elecciones de octubre de 1982. Pedro Sánchez ya tenía diez años. Ahora está viviendo su particular 28-F en Andalucía. Una penitencia que empezó un Domingo de Adviento de hace cuatro años.

Sánchez quiere ser el nuevo Suárez. El primero sacó a Franco del Valle de los Caídos. El segundo lo quitó de la Modernidad convirtiéndolo en pura arqueología. Pero Pedro Sánchez creyó encontrar en esos restos un nuevo tesoro del Carambolo para salvar su desahuciado Tartesos político. A Sánchez sólo le falta un Lauren Postigo para revivir aquel bisiesto dislate entre los dorsales 143 y 151. Tan cerca del 155.

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