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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sánchez plagia la Transición

Frente a los que hicieron la Transición, Sánchez quedará como Avellaneda frente a Cervantes

Un señor más que maduro con una gorra con borla colgante, un tipo con chupa y tupé que se parece alarmantemente al Makinavaja de Ivá, el anciano Tejero abriéndose paso entre aclamaciones… ¡y el chino franquista! El carnaval del jueves ha superado el surrealismo carpetovetónico de Berlanga, Forqué y Cuerda. Sólo faltó que Tejero dijera: "Como golpista vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación que os debo os la voy a pagar"; que el Makinavaja proclamara con voz de López Vázquez: "Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo del caudillo"; o que el tipo de la gorra con borla le hubiera reprochado a uno de los periodistas: "¡William Faulkner! ¿No podía usted haber plagiado a otro? ¿Es que no sabe que en este pueblo es verdadera devoción lo que hay por Faulkner?".

Estos hallazgos de ingenio, lamento tener que escribirlo, se vieron superados no solo por los nostálgicos que, para desdicha de Sánchez, no pasaron de unos pocos ancianos, el Makinavaja y el chino franquista (¡cuánto hubiera agradecido que unos CDF -Comités de Defensa del Franquismo- hubieran quemado contenedores cual CDR!), también por la retransmisión de Rosa María Mateo, Dolores Delgado haciendo de trágica Irene Papas y Sánchez utilizando la televisión pública en apertura del Telediario para plagiarle a Juan Carlos de Borbón, Suárez, Fraga, Carrillo, González, Martín Villa, Abril Martorell o Fernández Miranda el paso de la dictadura a la democracia, al considerar que es él, 44 años después de la muerte de Franco, quien ha acabado con un "agravio" a la democracia, puesto fin a "una afrenta moral" y dando "un paso más en la reconciliación".

De sus palabras se deduce que desde las primeras elecciones constitucionales de 1979 hasta hoy hemos vivido en una democracia agraviada y un país no reconciliado. Afortunadamente la historia le dará su sitio y, frente al Rey y los políticos que desde los extremos del comunismo y el falangismo hicieron posible la Transición y la reconciliación hace 40 años, quedará como Avellaneda frente a Cervantes. Quien, por cierto, terminó su obra pidiendo al plagiador que "deje reposar en la sepultura los cansados y ya podridos huesos de don Quijote, y no le quiera llevar, contra todos los fueros de la muerte, a Castilla la Vieja, haciéndole salir de la fosa donde real y verdaderamente yace tendido de largo a largo, imposibilitado de hacer tercera jornada y salida nueva".

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