Santa Clara

Si Sevilla fuera un organismo vivo, el Monasterio de Santa Clara sería su corazón

Días pasados, el arquitecto José García-Tapial dictó una interesantísima conferencia en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría titulada La rehabilitación pendiente del Convento de Santa Clara de Sevilla. Con amplia documentación y conocimientos, comunicó con nitidez la idea de que Santa Clara dista mucho de estar terminada de rehabilitar. Y también transmitió la idea de que los equipos técnicos que han trabajado en la rehabilitación están todos próximos a la jubilación y sus conocimientos y metodologías pueden quedar en balde. La lentitud con que trabajamos en esta ciudad puede permitir que los arquitectos, arqueólogos y aparejadores que iniciaron y desarrollaron las investigaciones, proyectos y obras, tras una prolongada interrupción de las mismas, se retiren y nuevos técnicos deban volver a empezar, con el consiguiente perjuicio para el edificio, que mientras tanto sigue deteriorándose en las partes no rehabilitadas, algunas especialmente sensibles y delicadas como el antiguo noviciado y, además, borrando de la memoria de los sevillanos más jóvenes que la entrada principal del convento es por la calle Santa Clara y no por las traseras de calle Becas.

Cierto que el edificio está en uso parcial por el Ayuntamiento. Escribo Ayuntamiento consciente de que a algunos les gusta distinguir entre distintos grupos de gobierno, distintas corporaciones municipales, o entre dependencias como la Gerencia de Urbanismo, etc.... Nunca me ha parecido una buena práctica de gobierno diferenciar entre lo que hacemos y lo que hicieron. Para mí, el Ayuntamiento de Sevilla es la principal institución de la ciudad y es uno en el tiempo y más si tratamos de un conjunto arquitectónico de la importancia histórica para Sevilla del Convento de Santa Clara. Porque la ciudad tuvo la fortuna de que correspondieran al infante don Fadrique en el repartimiento de Sevilla las edificaciones hispanomusulmanas sobre las que se asentó el monasterio, un infante de Castilla educado en las cortes europeas y que fue finalmente ejecutado por su hermano el rey Alfonso X. Ello permitió que se conservaran las distintas arquitecturas presentes como partes de un organismo complejo. Almohade, gótico, renacimiento, decimonónico y siglos XX y XXI se unen y reúnen en una edificación única y no como los palacios del siglo XIII cedidos a las órdenes militares en el mismo entorno, que fueron arrasados de raíz para borrar todo vestigio musulmán. En una ocasión anterior escribí que, si Sevilla fuera un organismo vivo, el Monasterio de Santa Clara sería su corazón. Otros lugares de la ciudad son la cara, el cerebro, los músculos que libran batallas diarias de supervivencia. Pero es aquí, en Santa Clara, en lo más profundo del ser urbano, en ese gran barrio de calles trazadas a cordel tras la conquista de la capital almohade por las tropas de Fernando III, donde mejor se pueden oír los latidos que mantienen con vida a nuestra ciudad. Y por ahora Santa Clara sigue a medias.

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