fernando parra martín

Arquitecto

Santa Cruz, una restauración

Ecclesia semper reformanda est. Este antiguo aforismo del siglo XIV, que podría traducirse como "la iglesia está siempre en estado de reforma", debería ser el lema del manual de mantenimiento de cualquiera de nuestras bellas y antiguas iglesias sevillanas. Para caer en la cuenta de que son organismos vivos que necesitan un continuo cuidado y prevención para evitar males mayores.

En el caso de la Iglesia parroquial de Santa Cruz se habían acometido obras importantes de consolidación a finales de los noventa y tras ellas el estado de conservación parecía aceptable.

Pero un cura joven, el padre Pablo, que fue coadjutor de la parroquia y conocía todos los recovecos del edificio, había dado la voz de alarma. La zona de la cúpula está mal. Se están desprendiendo parte de las molduras, los remates decorativos están destrozados, hay roturas en las vidrieras de la linterna y el tejado está muy deteriorado.

El párroco, don Eduardo, puso manos a la obra. Nombró una comisión parroquial para que se encargara del tema y me llamó como arquitecto para que hiciera un diagnóstico y posterior proyecto de rehabilitación y conservación. Gracias a la buena colaboración entre la parroquia, la hermandad de Santa Cruz y el Arzobispado, ese proyecto fue tomando forma y lo que iba a ser una simple reparación de la cúpula se convirtió en algo de más entidad que era, a todas luces, necesario. Estos proyectos de rehabilitación conllevan, para cualquier arquitecto, un verdadero desafío porque sabe que está tocando un tema delicado e intuye que, por muy bien que lo haga, siempre habrá reticencias. Por eso tuve que aplicarme una especie de decálogo.

En primer lugar el arquitecto habrá de tener especial cuidado en no meter la pata por ser un edificio catalogado. No querrá pasar a la posteridad, sino que tratará de pasar inadvertido. Tratará de sobrellevar con paciencia a los feligreses, que se preguntarán ¿qué irá a hacer éste con mi parroquia? Tendrá que convencer a la hermandad de que todo va a quedar perfectamente y jurar ante los Evangelios que las obras estarán terminadas antes de la cuaresma. Tendrá que comunicar al párroco que para tener una solería renovada habrá de cerrar temporalmente la iglesia al culto. Deberá ser flexible para cambiar el plan de tareas de obra de manera que el cierre no afecte a las numerosas bodas programadas en este templo. No permitirá que el presupuesto se dispare…

Afortunadamente las obras van llegando a término y dentro de poco podremos disfrutar de una Iglesia de Santa Cruz remozada y lista para unos cuantos años más.

Mientras llega ese momento me encomiendo al titular de la Hermandad de Santa Cruz, Santísimo Cristo de las Misericordias y les pido fervientemente a feligreses, hermanos y público en general que hagan caso a su advocación y tengan misericordia de este pobre arquitecto.

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