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DERBI Sánchez Martínez, árbitro del Betis-Sevilla

Satisfacción en la Madrugada

A la Madrugada se le está quitando el polvo del camino. Es decir, el golferío, el niñateo y puede que algo más

Apesar de los agoreros que le pondrán pegas, los cofrades de la Madrugada están bastante satisfechos con lo ocurrido este año. Era una prueba de fuego, con elecciones generales a poco más de una semana, y con un ambiente enrarecido por los precedentes y las medidas de seguridad. Se añadieron dos imprevistos: la detención del yihadista presuntamente embrionario y la granizada de la tarde del Jueves Santo. A pesar de todo, a las calles sevillanas salieron unas 25.000 personas más que en la Madrugada del año anterior, según los conteos de Juan Carlos Cabrera, que tenía videovigilancia repartida por los lugares estratégicos. Y lo mejor es que no hubo ningún incidente lamentable.

Un hermano mayor de la Madrugada me comentaba que cerrar bares ha sido un acierto indiscutible. Con esa medida se ahorran borracheras y peleas que causaron problemas en años pasados. Con el aumento de la vigilancia se ha descargado a la Madrugada de niñatos y elementos adversos. ¿Había menos público en las calles? Depende de cómo se mire. Estuvieron menos pobladas que en los años de mayor masificación, pero en absoluto desiertas. Hubo más público que en 2018, y no sólo por las percepciones visuales, sino confirmado por las cámaras de Cabrera.

A la Madrugada se le está quitando el polvo del camino. Es decir, las adherencias innecesarias. El golferío, el niñateo, y puede que algo más. Ha mejorado el ambiente, más respetuoso de lo que era antes de 2017, cuando las últimas carreritas. Pero también es cierto que alrededor del 80% de quienes estaban viendo a las cofradías en el horario nocturno de la Madrugada eran menores de 50 años. Incluso en las sillas y palcos de la carrera era perceptible un rejuvenecimiento de los ocupantes. Otros prefieren la mañana del Viernes Santo. Las personas mayores, en alto número, no han sido recuperadas. Tienen miedo.

El episodio del yihadista fue mal gestionado desde Madrid, por las fuentes del Ministerio del Interior de Grande-Marlaska. El Jueves Santo lo matizaron (supongo que previa reconducción desde Sevilla), por lo que el muchacho de la Universidad hijo del imán, que al principio se iba a inmolar el mismo Miércoles Santo, pasó a ser embrionario y a no tener material ni para tirar petardos en Nochevieja. La gente se tranquilizó, entre eso y que su mamá dijo que era un desastre para la mecánica.

Todas las alertas son pocas. La Madrugada es un milagro que esperamos todos los años. El alcalde, Juan Espadas, y su leal Cabrera pueden respirar con alivio después de poner su parte para ese milagro.

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