La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

El Señor y el Cristo de la Misericordia

Cuando el Gran Poder deje la Blanca Paloma allí seguirá presidiendo el Cristo de la Misericordia

Hoy se va el Gran Poder de la parroquia de la Blanca Paloma a la de la Candelaria con una visita a la de San Lucas. La semana que se ha vivido en la primera ha sido una impresionante manifestación de fe, devoción y sentimiento. Son cosas con matices distintos -no opuestos- que ante la imagen del Señor se funden como lo mismo. El sentimiento -vayamos de menor a mayor- es provocado por una emoción. La devoción es amor, veneración y fervor religiosos. La fe, dice el Catecismo, es la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela, entrañando una doble referencia a la persona y a la verdad: a la verdad por confianza en la persona que la atestigua. Esta persona, concreta y real porque fue un personaje histórico, es Jesús Nazareno.

De todas las imágenes que a lo largo de los siglos lo han representado, en ninguna su humanidad es más humana y su divinidad más divina; a la vez que en ninguna otra -y esta es su grandeza- esta humanidad es tan divina y esta divinidad es tan humana. Esto no es ombliguismo sevillanista ni sugestión nacida del hábito y la costumbre: es una realidad tan objetiva y real que creyentes, devotos y hasta no creyentes se sienten conmovidos ante esta asombrosa imagen. Lo atestiguan cuantos hayan visto esta semana el incesante pasar de personas -creyentes practicantes, devotos no practicantes o quienes no tienen claro lo que sienten, pero sienten al verlo- en la Blanca Paloma: esto va más allá de eso que se llamaba la fe del carbonero y de la religiosidad popular. Porque no brota de un sentimiento subjetivo ante una imagen cualquiera, sino que es la respuesta que esta imagen única provoca.

Dicho lo cual es necesario añadir que cuando el Gran Poder deje la parroquia de la Blanca Paloma allí seguirá Dios vivo presente en el Sagrario, por supuesto, pero también, presidiendo la iglesia, el muy digno y devoto crucificado de la Misericordia, obra de Manuel Martín Nieto que Asenjo bendijo el 24 de marzo de 2019. Es importante destacar el valor de esta imagen que allí, y todos los días, es la representación de Dios para los parroquianos. La estancia del Gran Poder no lo ha oscurecido -estuvo siempre presente tras él, recordatorio de lo que le espera tras su última zancada-, porque esto no es una de esas competiciones que se dan entre las devociones de algunos pueblos, sino algo más serio. Mucho más serio.

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