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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Señor de los 146.000 días

Conocedor del nombre de los sin nombre y guardián de los días sin huella es Jesús del Gran Poder

No cuatro siglos es lo que celebramos hoy, que la palabra siglo es solemne y pesante. Para los siglos nada significan los días que no dejan huella y las vidas de las gentes sin historia, esas que para el mundo mueren como si no hubiesen existido, frágiles llamitas que el soplo del tiempo apaga apenas cae sobre ellos la sepultura. Porque tú, Gran Poder, eres el Señor de los días sin huella, todos y cada uno de ellos, y el Padre de las gentes sin historia, todas y cada una de ellas, persona a persona, vida a vida. Dios solo sabe contar hasta uno. Para él cada ser es único, irrepetible, imprescindible, necesario, amado con un amor absoluto y eterno. Señor que conoce los nombres de los sin nombre es el Gran Poder, garante de la suprema dignidad que nada ni nadie puede arrebatar a los últimos que para él son los primeros, príncipes sin más corona que la de las espinas de la vida ni más cetro que la cruz de sus pesares, por ello herederos del Reino de quien llevó esa misma corona y soportó el peso de esa misma cruz; poseedores de un título que ningún poder humano puede otorgar, el más alto: hijos de Dios.

No cuatro siglos es lo que celebramos hoy, sino 146.000 días de encuentro, de gracia, de consuelo, de fuerza, de dignidad, de libertad, de justicia, de ternura. Evangelio esculpido he llamado al Gran Poder. Me equivocaba. Es Biblia esculpida, del alfa del Génesis a la omega del Apocalipsis: zarza ardiente de Moisés, suave brisa de Elías, desolación del Eclesiastés, quebrantamiento de Job, exigente y airado Jeremías acusador, manso varón de dolores de Isaías, Salmo que los corazones más sencillos elevan a Dios, fidelidad de Rut, hombre Dios reconocible y próximo de Marcos, Mateo y Lucas, con polvo de los caminos de Galilea en los pies, y Dios hombre, Palabra encarnada, misterio teológico, de Juan.

Quien le vio por primera vez aquel uno de octubre de 1620, cuando le llevaron del taller de Juan de Mesa al convento del Valle para ponerlo al culto, y quien le vea hoy, mañana, pasado mañana, dentro de una semana o dentro de un siglo, sentirá el mismo acogimiento, la misma fuerza, la misma dignidad. Y elevará la misma oración que ellos elevaron uniendo la Iglesia peregrina y la triunfante. Señor de los 146.000 días, majestuoso y próximo, poderoso y tierno, duro y misericordioso, conocedor del nombre de los sin nombre, guardián de los días, es Jesús del Gran Poder.

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