La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Servidoras de la Amargura

Estaba la Amargura como si Segura la acabara de coronar. Noviembre en San Juan de la Palma siempre es 1954

Volviendo ayer de la tierra más mía por un centro con impaciencia de Adviento porque está en besamanos la Amargura y hoy empieza el triduo de la Presentación, balanceándose levemente en la mañana gris que presagiaba aguas las colgaduras de las luces de Navidad que se encenderán en el puente de la Purísima, me crucé por calle Francos con un matrimonio joven y su hijo. Le decía el padre: "Vamos a San Juan de la Palma". Está en buenas manos la criatura: sus padres saben donde convergen desde ayer al miércoles los radios devocionales de eso que algunos aún seguimos llamando Sevilla y Semana Santa.

Un rato antes, al entrar en el San Juan de la Palma, vi que no estaban Rocío Ortiz ni Manuela Ternero en la mesa grande de las estampas. Edad y achaques. Otras hermanas de esas que ponen cara a la Hermandad, no por vanidad sino por servirla toda su vida -la siempre sonriente Carmen Ortiz y Clemen Mejías, la que cada Adviento se apostaba en la ventana de Feria, junto a la del Cristo de los Afligidos, vendiendo la lotería-, faltaban también en la mesa porque sirven a la Amargura allí donde no hay lágrimas ni olvido. En la otra mesa, la chiquita petitoria en la que se dan las estampas a la bajada del besamanos, aún no había llegado Loli Pérez, recuerdo amargurista mío y de los míos desde que yo era niño. Pero estaban -como un ayer que es hoy, un hoy que es mañana y un mañana que es siempre- Pili Carrillo y Salud del Pueyo.

Les escribía ayer de los nadie de San Juan de Palma, los desconocidos que hallan el consuelo, la fuerza, la norma y el sentido de sus vidas en el Señor del Silencio y la Amargura. Pueden hacerlo porque unos pocos hermanos y hermanas dedican su vida a la Hermandad. Gracias a ellos desde 1725 se abren todos los días las puertas de San Juan de la Palma, se da culto diario a las sagradas imágenes, se montan altares solemnes y pasos, y cada Domingo de Ramos se despliega la blanca cinta de la cofradía. Gracias a ellos se ha recuperado el metálico canasto del Potemkin sobre el que el Señor procesionó de 1911 a 1919, que tan espectacular y seriamente hermoso ha hecho este besamanos en conjunción con el dosel de Farfán. Estaba la Amargura como si Segura la acabara de coronar y ponerle con sus propias manos su pectoral. Siempre es 1954 cuando llega noviembre a San Juan de la Palma. ¿Dónde está, tiempo, tu tiranía? ¿Dónde está, muerte, tu victoria?

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