Atodos aquellos españoles que no entienden que en el Congreso no sean capaces de ponerse de acuerdo con la que está cayendo el presidente del Gobierno y el líder de la oposición les dieron ayer en la sesión de control una satisfacción. Quizás insuflado aún de la moderación y el sentido común que exhibió en el programa televisivo Tengo una pregunta para usted, quizás afectado por el marrón judicial que tiene por delante el tesorero nacional del PP o quizás pensando de verdad en el interés general, Rajoy planteó la intervención de la Caja de Castilla-La Mancha por el Banco de España con sentido de responsabilidad, sin mirar por el retrovisor de sus críticos, sin recurrir a los superlativos, esos que le arrastran a la desmesura.

Eso sí, expresó dudas más que razonables. "Primero, la fusión con Unicaja que se nos anuncia a bombo y platillo y, luego, la intervención. Da la sensación de que aquí se improvisa mucho y se planifica poco", dijo el presidente del PP con más razón que un santo, sobre todo tras la soberana metedura de pata que Zapatero y Chacón protagonizaron con lo de Kosovo, cuarto y mitad de ocurrencia y chapuza nacional sin un gramo de grasa.

Pero dicho esto, Rajoy mostró una cierta grandeza cuando anunció su intención de mirar al futuro. Y estuvo hasta comprensivo ante "un proceso difícil", e incluso tranquilizador admitiendo que "es verdad que están garantizados los ahorros" y que, por ello, "la gente debe estar tranquila". Pidió un plan claro y transparente que genere confianza por lo que pueda venir detrás para que la ciudadanía se sienta segura.

Por su parte, Zapatero casi no se salió del guión escrito. Presumió de sistema financiero, de Banco de España y de una "buena" legislación para la supervisión y el control.

Otorgó toda la responsabilidad de la intervención Fernández Ordóñez y a los suyos, y anunció que el Banco de España y el Ministerio de Economía y Hacienda están trabajando en un plan de prevención de riesgos del sistema financiero para que el primero pueda abordar futuras incidencias dando seguridad, favoreciendo la asunción de responsabilidades y la transparencia, causando el mínimo coste posible a los contribuyentes, respetando las normas de competencia y primando las soluciones privadas (fusiones). Y se mostró dispuesto a sacarlo adelante en el Congreso con el apoyo de todos los grupos políticos. Sólo se extralimitó cuando aseguró que los riesgos serán "limitados" y cuando recordó a Rajoy que "otros gobiernos no informaban a nadie". Afortunadamente, el reloj de Bono dejó la cosa ahí, y por una vez, el presidente del Gobierno y el líder de la oposición estuvieron a la altura del estado de la Nación.

El duelo entre la vicepresidenta primera del Gobierno y la portavoz del Grupo Popular tuvo en esta ocasión como protagonistas invitados a los trabajadores autónomos, que la semana pasada le cantaron las cuarenta a Zapatero en las mismas puertas de la Cámara baja. Soraya Sáenz de Santamaría, que se dio un baño de autónomos el día de autos, le refregó a María Teresa Fernández de la Vega la cruda realidad de este colectivo: l35.000 de ellos han tenido que cerrar por la crisis (nueve por día). Eso sí, se le olvidó añadir que en Madrid, por ejemplo, cae un pequeño negocio cada hora, según anunció el ministro de Industria, Miguel Sebastián, en una intervención posterior.

Con todo, Sáenz de Santamaría hilvanó de forma muy efectista un ramillete de proposiciones de los autónomos que aceptaba el PP allí y ahora. De la Vega le respondió con la misma contundencia mediática con las medidas legislativas y económicas adoptadas por el Gobierno a favor de este colectivo en los últimos cinco años.

En la traca final, ambas volvieron a convertir el hemiciclo en una corrala. La portavoz popular dijo: "Estamos dispuestos a ayudarles. Pero haga usted algo más que arrimar el ascua a su sardina", y la socialista respondió: "Les encuentro oscurantistas y agoreros: están de pasión y de cuaresma, y entre la pólvora y el incienso se van a quedar en el limbo". Definitivamente, está claro que estas dos señoras tienen alma de artista.