DIGIRIENDO lo que dio de sí la octava jornada de Liga para el fútbol según Sevilla hay que convenir en que lo mejor que le ocurrió a ambos estuvo en el resultado conseguido. El gol de Rakitic sobre la ultimísima campana fue lo único bueno de cuanto pasó en Nervión para el Sevilla y el 3-1 del Alfonso Pérez fue lo que puede quedar en la memoria para el Betis, sólo eso, el corto 3-1 encajado y en el que ninguno de los cuatro goles fue obra suya.

Yendo por capítulos en esa película de terror futbolístico proyectada en la tarde del primer domingo de octubre empecemos por lo que sucedió en el coliseo de Dato. En él vimos a un Sevilla que fue un más de lo mismo. Un equipo que se mueve con torpeza, que está ayuno de fútbol y que no encajó una derrota porque el que estaba enfrente se halla a una distancia sideral de él. Si en vez del Almería, al Sevilla del domingo lo coge otro, el descosido podría haber sido considerable.

Y así como en el Camp Nou caía en el alargue, al Almería lo doblegó también ahí y porque por una vez, y esperemos que sí sirva de precedente, se encontraron Marin y Rakitic, que son los dos pesos pesados de este Sevilla en el apartado creativo. Y yendo al Betis hay que convenir que también fue el resultado lo único digno de tener en cuenta. ¿Y cómo el resultado si el Betis perdió? Pues nada más y nada menos que porque la derrota pudo ser no sólo dolorosa sino vergonzante.

Tan vergonzante como fue el juego del equipo que Mel puso en liza. Y ha sido el propio técnico el que habló de vergüenza aun con algunas dosis de autocrítica. La tarde la arruinó Sara con su tarugada en el telegol de Pedro León, pero el argentino ya había salvado un par de goles claros antes de su cante. Y hay que convenir en que este Betis no está hecho para el nivel que alcanzó, por lo que demos por bueno el corto resultado de la misma forma que el triunfo sevillista.