Fragmentos

Juan Ruesga / Navarro

La Sevilla de Don Juan

DURANTE años en los escenarios de Sevilla y de gran parte de España se representaba tal día como hoy, Día de Difuntos, el Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Eran tiempos de tradiciones heredadas de épocas románticas. El acierto de Zorrilla fue ser capaz de enlazar uno de los mitos de la literatura universal, con la concepción de la vida de su tiempo y traspasar el escenario hasta convertirse entre nosotros en un ritual teatral ligado al culto a los muertos.

Desde El Burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de Molina, pasando por Moliere y su Don Juan o el convidado de piedra, Carlo Goldoni con Don Juan Tenorio o el libertino castigado, y el Don Giovanni de Mozart, múltiples autores habían tratado el viejo tema del burlador de mujeres y el cadáver ofendido que parece que se apunta en la crónica castellana del siglo XIV, y que toma cuerpo en algunos personajes de Los cuentos de Canterbury de Chaucer. Pero es, sin duda, en el romanticismo cuando el mito se hace universal, a través de las obras de Alejandro Dumas, Próspero Merimée, Lord Byron, que creó un Don Juan trasunto de si mismo y lo que es más importante para nosotros, con José Zorrilla que dibuja con nitidez al personaje sobre un paisaje concreto: Sevilla.

¿Qué Sevilla conoció Jose Zorrilla, que sabemos que vivió un tiempo en nuestra ciudad, antes de estrenar en 1844 su obra, documentando los lugares y rincones que describe en la misma? Sevilla era una ciudad que cambiaba su imagen cubriendo el arroyo Tagarete, pendiente de la llegada del ferrocarril y con el alumbrado de gas en las calles y plazas, en algunas de las cuales como el Duque y Triunfo, se plantaron acacias. Planeaban nuevas e importantes obras como el Puente de Triana, la apertura de Plaza Nueva y el Teatro San Fernando, el gran teatro de ópera de Sevilla, y se fraguaba la idea de una gran feria mercado de ganado por el mes de abril en el Prado de San Sebastián.

Las tertulias literarias de la escuela romántica estaban en plena ebullición. Alberto Lista era el mentor y maestro de muchos de los poetas e intelectuales sevillanos. Antonia Díaz, Demetrio y Blanca de los Ríos, José de Velilla y muchos otros. En aquellos salones y nuevos cafés, podemos imaginar al Duque de Rivas, que por entonces vivía en el barrio de San Vicente. ¿Y porqué no?, a Gustavo Doré y Alejandro Dumas que pasan por aquí en aquellos años, maravillados de los patios que se vislumbran a través de las recién colocadas cancelas que empezaban a ser comunes en las casas sevillanas. Pintores como Cabral Bejarano, Domínguez Bécquer, Jiménez Aranda y García Ramos, nos dan cuenta de aquella época romántica por excelencia.

Algunas veces pensamos equivocadamente que de la ciudad de Don Juan Tenorio, apenas quedan un pequeño monumento en la Plaza de Refinadores y un restaurante en el barrio de Santa Cruz. Creo que si en alguna ocasión definitivamente vinculamos nuestra ciudad a sus mitos románticos, todavía tenemos a nuestro alrededor, entre nosotros, la ciudad romántica que conoció Jose Zorrilla: la Sevilla de Don Juan.

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