Fragmentos

Juan Ruesga / Navarro

Sevilla y Hernando Colón

EL 12 de julio de 1539 muere en Sevilla Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón. Personaje de gran relevancia en su tiempo y gran vinculación a nuestra ciudad, aunque para algunos no sea más que el nombre de una calle. Formado en la corte de los Reyes Católicos, Hernando Colón fue un hombre de su tiempo, el Renacimiento. Viajero, culto, humanista, visitó y trató a las grandes figuras de su tiempo, como Erasmo. Experto en cartografía y cosmografía, realizó importantes trabajos para la corona española. Pero su principal rasgo y por el que se estableció para siempre su vínculo con Sevilla fue la creación de una de las bibliotecas más importantes de su tiempo.

La Biblioteca de Hernando Colón arranca con el legado de los libros de su padre, y se amplía a través de los años, hasta llegar a constar de más de quince mil títulos, con los más avanzados sistemas de consulta y catalogación de su tiempo. Para albergar la colección y al equipo de expertos que trabajaban en ella, edificó una villa a la orilla del río, vecina a la Puerta de Goles, en el barrio de los Humeros. Allí plantó un hermoso huerto con gran variedad de árboles de sombra y frutales que hizo traer de todas partes del mundo, y una gran casa donde alojar la biblioteca. A su muerte legó la biblioteca a la Catedral de Sevilla, quién se ocupa de su custodia desde 1552. A pesar de las desapariciones y pérdidas, la Biblioteca Colombina sigue siendo una de las más importantes joyas bibliográficas que tiene la ciudad.

En 1992, poco después de que se hubiera hundido la techumbre de la nave del Patio de los Naranjos que alberga la Biblioteca Capitular y la Biblioteca Colombina, tuve la oportunidad de participar con mi estudio, en la exposición "Las Joyas de la Colombina", patrocinada por la Consejería de Cultura, y que tuvo lugar en una preciosa y austera estancia del Palacio Arzobispal. Esta exposición, además de permitirme contemplar con detalle algunos de los libros que contiene el legado de Hernando Colón, me dio la oportunidad de trabajar al lado de un maestro, el profesor Klaus Wagner. El profesor Wagner, fallecido en 2005, desde su despacho de la Hispalense, era la máxima autoridad en la Biblioteca Colombina y uno de los mayores expertos en grandes bibliotecas del mundo. Como todos los grandes, era una persona afable, cercana, en una palabra, un sabio. Conservo cartas y notas manuscritas suyas de la preparación de la exposición, que me permiten recordar las sesiones de trabajo, inolvidables, cuando nos mostraba algunos de los ejemplares que había seleccionado para la muestra. Todavía recuerdo el escalofrío que sentí cuando me mostró "El libro de las cosas maravillosas" de Marco Polo. El ejemplar había sido adquirido por el propio Cristóbal Colón, y en muchas de sus páginas había anotaciones al margen de puño y letra del almirante. Y muchos otros.

Sirvan estás líneas de recordatorio a Hernando Colón, a Klaus Wagner y como mensaje a los sevillanos, para que no olvidemos que tenemos uno de los mayores tesoros bibliográficos de occidente entre nosotros.

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