CRÍTICA de la razón sevillana es el título del último libro de José María Ribas Alba. El autor, cuya calidad literaria quedó sobradamente acreditada en el anterior ensayo dedicado a la ciudad, Teoría del trepa sevillano, nos ofrece ahora una reflexión sobre la identidad de Sevilla. Ribas parte en su ensayo de la existencia de una ciudad ideal, trascendente, platónica -o tal vez kantiana, como el título de la obra-, a la que se aproximan más o menos los sevillanos y sus instituciones en su vida concreta y real. Esta visión de Sevilla se reclama heredera de autores como Izquierdo, Sánchez del Arco, Chaves Nogales, Cernuda o Romero Murube y además, huyendo de la simple divagación, se sustenta en clásicos como Rodrigo Caro, Peraza u Ortiz de Zúñiga.
Se trata de un libro serio, hondo, como el carácter de la ciudad que el autor disecciona, en el cual, frente a la corriente dominante, perfila una Sevilla de origen medieval. No existe continuidad social ni institucional entre Hispalis e Isbiliya y la Sevilla fernandina, porque tras la conquista desaparecieron los hombres y las instituciones que fueron remplazados por otros y otras de procedencia castellano-leonesa. Aquí se encuentra el núcleo, original y, en cierto sentido, heterodoxo, de la aportación de Ribas Alba: esa Sevilla ideal, tan querida como añorada, es ciudad cristiana -y especialmente mariana, por la acendrada devoción del Rey fundador-. Por ello, dedica buena parte de la obra al análisis de las cofradías, núcleo social de la ciudad cristiana. Estas hermandades, de origen romano e imbricadas en la estructura social castellana, fueron trasplantadas por los (re)conquistadores al suelo hispalense, donde sin duda ya habían existido previamente y desde entonces se convirtieron en eje de la vida sevillana.
A veces, conviene salirse de la melé para ver todo desde una nueva perspectiva. La lectura de esta obra constituye una ocasión excepcional para ello.
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