Desde aquella promoción del 99 en que los caminos del Sevilla y del Villarreal se cruzaron gozosamente para el equipo sevillista, la vida ha deparado muchos encontronazos entrambos persiguiendo lo mismo, un puesto europeo. Ya el curso pasado se distanciaron, lo que ahora se repite con la diferencia de doce puntos en dieciséis partidos, lo que no parece baladí. Y eso que los de La Plana arrancaron con fuerza, pero se atascaron.

Ahora, con el Sevilla felizmente tercero y enseñándole la matrícula en la lejanía al cuarto, la Real Sociedad, el pleito de mañana lo enfoca con el propósito de no perder comba con los auténticamente grandes, que lideran la tabla a pesar de haber jugado un partido menos. En condiciones de normalidad y exento el Villarreal de cualquier compromiso continental, a esta cita habría llegado el equipo levantino más entero, pero ni eso le alumbra en estos momentos.

El Sevilla llega al pleito de mañana tarde en Dato con las fuerzas indemnes y la moral por las nubes. Si acaso, el disgusto por los dos puntos que se quedaron en las cunetas pamplonicas podría menoscabar la psique de la tropa, pero ni a eso creo que pueda agarrarse el equipo castellonense. Es el equipo de Calleja uno de los que más canteranos utiliza en esta campaña, lo que difiere de cómo el ambicioso Sevilla que proyectó Monchi se fue componiendo a golpe de chequera.

Y los resultados están ahí, que la distancia de doce puntos cuando aún no hemos llegado a la cincuentena de disputados da buena muestra de cuál es la diferencia entre dos equipos que fueron de la mano durante varios años. De todas formas, el cartel tiene mucho atractivo, que entre el Sevilla y el Villarreal quedaron muchas cuentas pendientes desde aquella promoción en la que brilló con luz propia Tsartas y los porteros eran Monchi y el luego leyenda sevillista Palop.