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Sevilla, aglomeración urbana

Tenemos una movilidad dependiente, en gran medida, de la centralidad de Sevilla

Atrancas y barrancas, es decir, a pesar de todos los obstáculos, parece que la carretera de circunvalación SE-40 sigue adelante. Eso sí, sin resolver el cruce del río, lo que le resta funcionalidad, y además hay que pasar por la Pañoleta para ir de Cádiz a Huelva o viceversa, a la fecha que estamos del siglo XXI. Estas carencias no pueden ocultar que el territorio abarcado por la SE-40 tiene más de 900.000 habitantes, con Sevilla, San Juan de Aznalfarache, Gines, Gelves, Palomares del Río, Mairena del Aljarafe, Bormujos, Castilleja de la Cuesta, Tomares, Camas, Castilleja de Guzmán, Valencina, La Algaba y Santiponce. Esta aglomeración urbana es la nueva realidad de Sevilla, comprendida en el área de influencia directa de la capital, que a su vez tiene una población total de millón y medio de personas y abarca en un radio de treinta minutos municipios de la importancia de Utrera, Alcalá de Guadaíra, Dos Hermanas y La Rinconada, y todas las urbanizaciones y polígonos industriales, como comentaba en estas páginas, Gaspar Llanes Díaz-Salazar en su artículo Escáner sobre Sevilla. Con unos transportes públicos, cercanías, metro y autobuses, escasos en recorridos y horarios, por lo que la movilidad de la población para todo tipo de necesidades depende en gran medida del automóvil, como medio más fiable, a pesar de los atascos.

Nos enfrentamos a la realidad de una ciudad y una serie de municipios en su alrededor, que han conformado una gran aglomeración que es identificada como una unidad funcional por la población. Por ejemplo, accedemos a los centros comerciales de todo tipo, hipermercados y centros de ocio tradicionales y los más novedosos y avanzados, sin preguntarnos en ningún momento en que término municipal están situados. Vamos y ya está. Lo mismo ocurre con algunos equipamientos deportivos y lugares de ocio, como restaurantes, teatros y cines. En esta área existen dos grandes puertas: la estación de Santa Justa y el aeropuerto de San Pablo. Para comprobar la precariedad del transporte colectivo en este territorio, pregúntense cómo van o vienen a los pueblos en el interior de la SE-40, desde esos dos grandes equipamientos. Por ejemplo, ¿cómo se va desde Castilleja de la Cuesta al aeropuerto, para estar a las siete de la mañana, si no tienes coche? Hay que ir en autobús a Plaza de Armas y allí coger el del aeropuerto. O en taxi, con lo que puede costar más el viaje que el vuelo. ¿Y viceversa? Lo digo, porque esos municipios pudieran estar interesados en atender y alojar a parte de los visitantes que vienen a Sevilla, que desgraciadamente, en estas condiciones de transporte se lo pensarán. Los habitantes y usuarios de esta gran aglomeración todavía tenemos una movilidad condicionada por los usos y hábitos tradicionales, dependientes en gran medida de la centralidad de Sevilla. Ahora y más en el futuro, utilizaremos este territorio como un todo y demandaremos servicios y atenciones allí donde se nos presten más eficazmente.

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