COMO se preveía, la visita del Karpaty sirvió de lenitivo, incluso de euforizante, para la situación que atraviesa el Sevilla. Cuando hay que escapar de un estado depresivo, nada mejor que un amigo disfrazado de rival, que fue el papel que se esperaba y que tan bien desempeñó el equipo ucraniano en las verdes praderas nervionenses. Además, para que el efecto sea más contundente, el Sevilla salió del túnel con la Opción B, con una alineación que no se acercó ni por asomo a la que cierre la jornada pasado mañana ante el Valencia. O sea, como mejor sabe, con un resultado espectacular y sin pagar el peaje del cansancio.

Manzano tiró de rotaciones y todo le salió de la única manera que puede salir ante el Karpaty, con una goleada que ejerció de eficaz antidepresivo. Lo decíamos en la víspera, que el Sevilla tenía que encontrar en el rústico y flojo rival ucraniano ese quite con el que hacerse perdonar por el espectáculo del sábado en el Camp Nou. Tres victorias seguidas no sólo borraron el traspié sufrido ante el PSG sino que han logrado algo impensable a aquellas alturas, la de liderar el grupo clasificatorio para no depender absolutamente de nadie con vistas al futuro. Lo más complicado lo consiguió el Sevilla con un tres de tres inapelable, como una especie de salvoconducto hacia lo mejor.

Está el Sevilla con mucho camino recorrido pero no todo, aún queda, y quizá lo que reste sea lo más complicado. El grupo no era fácil a pesar de ese convidado de piedra que no ha logrado un solo punto en cuatro citas y mucho más difícil que se puso cuando en cierto jueves septembrino, todo arrancaba con fiasco. Ahora queda ir a París, siempre nos quedará París, y luego recibir a un equipo que actualmente lidera la Bundesliga y que aún se preguntará cómo pudo caer en la primera manga ante el Sevilla. En fin, que el panorama europeo se muestra pleno de optimismo para el equipo de Manzano y que sólo falta que en la Liga se refrende lo que contempla Europa.