TIEMPO El tiempo en Sevilla pega un giro radical y vuelve a traer lluvias

Desde mi córner

Luis Carlos Peris

El Sevilla peleó duro por su título

Mejor que el Real Madrid en muchas fases de la eliminatoria, a la hora de la verdad ganó el de más pegada

FUE bonito mientras duró, pues el Sevilla vendió muy cara la defensa de su título de campeón. Fue un Sevilla muy digno que, en ocasiones, superó a lo que fue una apisonadora y que hogaño no guarda parecido alguno con aquello. Ahora aguarda el Barça para la fiesta grande del Miércoles Santo no se sabe dónde y al Sevilla le queda mejorar sus registros ligueros e intentar sobrevivir en Europa. No es poca la tarea que le queda a este Sevilla que tan buena imagen daba anoche hasta el gol de Özil a nueve minutos del último tañido, que tan bien se plantó en el gran escaparate para superar, a veces, a un coloso venido a menos.

Cuando suena la campana intermedia llegamos a la conclusión de que el gran Sevilla que tanta plata atesoró en tan poco tiempo, o uno similar, había reaparecido. Ante un rival comido por los nervios, por ese complejo de inferioridad que nace de la superioridad de su auténtico enemigo, el Sevilla es mejor, lisa y llanamente mejor. Kanoute está como siempre, ciega la fuente de creación madridista atosigando a Xabi Alonso y, además, se da trazas para que su equipo pivote a su alrededor. Y el Real, que había podido abrir muy pronto el marcador en tiro al palo de Di María que Benzema no aprovechó luego, se diluía y no veía la forma de hacerle daño al Sevilla.

Todo se fiaba para una segunda parte llena de incertidumbre, pero que arrancaba con la cotización del Sevilla muy por encima de como se preveía tras aquel gol sevillano de Benzema. Y en esa segunda parte, el Sevilla jugaba como antes, pero con la misma verticalidad que antes, ninguna, por lo que todo era cuestión de que Benzema no fallase más ocasiones o que Cristiano se pareciese a sí mismo, que vaya eliminatoria que ha cuajado el astro luso. Y no fue por ahí sino por la flema de Özil por donde al Sevilla se le rompió la vajilla, pero no cabe duda de que le puso las cosas muy difíciles a un coloso venido a menos, pero indudablemente coloso todavía.

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