Sevilla de película

Tenemos la fortuna de vivir en una ciudad muy cualificada para ser parte de una película

La semana pasada tuve ocasión de asistir a unas jornadas en Sevilla sobre patrimonio arquitectónico y cine, organizadas por la Andalucía Film Commission, con asistencia de especialistas de primera fila y profesionales muy cualificados. Fue la ocasión de reflexionar sobre las múltiples relaciones entre arquitectura, ciudad y cine. Especialmente, en cómo la arquitectura o una ciudad entera pueden ser protagonista de una película, como es el caso de la Viena de posguerra en El tercer hombre (Carol Reed.1949) o la muy fragante y siempre viva Vacaciones en Roma (Vincent Minelli.1953) con recorrido en Vespa incluido, que dicen que Enrico Piaggio consiguió que sustituyera al previsto paseo en coche de caballos. Verdad o mentira fue todo un éxito para el fabricante y un disfrute para todos nosotros.

Y cómo un edificio puede protagonizar una historia de amor, como la estación de trenes de Roma en Estación Termini (Vittorio de Sica.1953) o el puente Queensboro de Nueva York en Manhattan (Woody Allen.1979) que nos muestra una ciudad a los ojos de alguien que la ama. Por supuesto, hay otros muchos ejemplos, como el papel esencial para definir un microcosmos del Marina Civic Center de Frank Lloyd Wrigth en Gatacca (Andrew Nicol.1997) o el The Economist Building de Peter y Alison Smithson, que marca el tono sofisticado de los swingingsixties de Londres en Blow Up (M. Antonioni. 1966). Y así docenas de otros casos.

Tenemos la fortuna de vivir en una ciudad muy fotogénica y por añadidura muy cualificada para ser parte de una película, incluso protagonista. Basta recordar la visión maravillosa de nuestra Plaza de España bajo la mirada de David Lean en Lawrence de Arabia. Pero todavía nos falta, en mi opinión, esa película o películas que muestren nuestra ciudad como protagonista desde sus esencias arquitectónicas, más allá de postales o bellas fachadas. Una bella historia en el noble patio central de la Fábrica de Tabacos o un encuentro casual con chispa incluida en la glorieta de Ofelia Nieto en el parque, entre los azulejos y paredes blancas de Juan Talavera. Una escena años veinte en el patio del Pabellón del Perú o una recepción en el salón alto del Pabellón de Portugal, ambos de la Exposición Iberoamericana. Para cuándo una película que tenga como protagonista la Estación de Santa Justa, un espacio arquitectónico y singular a la altura de las estaciones míticas del cine, Victoria Station de Londres, Gare du Nord en Paris, Estazione Términi de Roma, etc…

Directores, guionistas, fotógrafos, localizadores de exteriores, productores artísticos y tantos oficios del cine que trabajan como un mecanismo bien engrasado para ofrecernos una bella película, deben poner sus ojos en los espacios que reflejan la Sevilla de estos tiempos, por ejemplo en el excepcional patio central de la Facultad de Matemáticas de Alejandro de la Sota, en la impecable y eternamente actual Universidad Laboral y tantos espacios que son Sevilla y que esperan una bella mirada.

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