Nueve puntos en el saldo cuando sólo han sido nueve los librados dejan incontestable la andadura del Sevilla por su competición. Y no hay que arriesgar demasiado si se pronostica que serán doce los puntos cuando esta noche emprenda el equipo la vuelta a casa. Fútbol es fútbol según Boskov, Agamenón y el hijo de su porquero, pero creer que la tropa de Lopetegui va a dejarse algún pelo en la gatera del Gran Ducado no tiene sentido.

Tras ganarle con la gorra en Dato no parece el Dudelange rival adecuado para este Sevilla vigoroso y de presión alta que anda sincronizando Julen Lopetegui. El equipo luxemburgués, aun cuando dicen que ha subido su nivel en este curso, es uno de tantos como emborronan la imagen de una competición que se caracteriza por la mucha morralla que hay entre sus integrantes, por lo que no cabe pensar en algo parecido a ese maracanazo que salta donde menos se piensa.

La poca entidad del enemigo le viene que ni soñada al Sevilla con vistas a lo que se nos viene encima el domingo. Para ese inquietante 10-N, la cita luxemburguesa no tiene por qué ser motivo de riesgo. Puede con toda tranquilidad Lopetegui repetir lo que hizo en el turno de ida, lo de dejar a buen recaudo a todas las piezas que considere fundamentales para no ir al derbi en inferioridad de condiciones. Y es que ponga lo que ponga en liza, el Sevilla no tiene por qué correr riesgos hoy.

La memoria nos dice que hace once meses, el Betis no fue capaz de repetir lo que logró en San Siro, ganar el partido. Pero hablamos de circunstancias distintas, ya que aquella noche de diciembre, los anfitriones hicieron trampa al dejar que se helase la cancha mediante un riego a destiempo. Hoy no se da ese caso, por lo que la cita en el Josy Barthel se da por ganada de antemano. Son nueve de nueve y el pleno debe seguir vigente así que sean las nueve de la noche.