VIENDO las dificultades que pasó el Barça para doblegar al Copenhague menos se puede comprender el papelón del Sevilla el pasado sábado en el Camp Nou. Dijo Manzano que el Barça es otra cosa y así lo pareció, pero en la fría noche danesa dio la impresión el equipo de Guardiola de ser uno más entre el común de los mortales. Dicho lo cual nos estalla en la cara la posibilidad más que posible de que el Sevilla se haga perdonar. Le llega pronto dicha posibilidad, justamente en esta noche de San Carlos, pues al otro lado del río aguarda un equipo que sí es como todos los mortales aunque peor que casi todos los mortales.

El Karpaty, aunque no mereció perder, demostró muy poco hace quince días en la ida y menos debe demostrar esta noche en la que puede el Sevilla romper la horrible racha continental que lleva como anfitrión. CSKA, Sporting de Braga y París Saint Germain fueron los últimos europeos que visitaron Nervión con sofocones y daños colaterales incluidos y que pregunten a Manolo Jiménez y a Antonio Álvarez si es esto cierto o no. Pero ya está bueno lo bueno y debe el Sevilla esta noche reconciliarse con su gente y embocar la proa hacia la fase de eliminatorias en esta competición, en la competición que más lustre le ha dado al Sevilla de la contemporaneidad.

Aunque el cartel no es para tirar cohetes, Nervión debe ser misión imposible para este Karpaty que nos llega del frío. Hoy sí comprenderíamos la titularidad de Romaric y Renato en la zona de proyectos, pues las perspectivas son las de que sea el Sevilla quien se haga con la pelota desde el primer tañido. Hoy también debe el sistema defensivo reencontrarse consigo mismo, que la sangría de goles resulta ya alarmante. Quiere decirse que la noche la pintan a modo para que el Sevilla vaya recobrando la personalidad, que si no está perdida sí puede afirmarse que parece deslavazada. Es noche europea, el rival no inquieta y el Sevilla tiene a mano el quite del perdón, o sea.