ARGENTINO y canchero, conocedor a la perfección del otro fútbol y, por supuesto, muy buen futbolista, Aldo Duscher es la guinda para una tarta elaborada con mucha coherencia. Curtido a la sombra del mejor medio de cierre que vieron estos ojos que ha de comerse la tierra, Mauro Silva, Duscher llega al Sevilla con el oficio bien aprendido y precisamente para eso, para darle al equipo una vuelta de tuerca más en ese apartado, en el de la experiencia con la que manejar los tiempos y las situaciones que demanda cada partido. Es Duscher un futbolista que siempre me gustó, sobre todo cuando aparcó los alocamientos.

Esos alocamientos eran producto de su edad, no de una corta sesera. La prueba es que con el tiempo fue serenándose y mejorando, por tanto, las prestaciones al equipo. Es más, cuando el Superdépor derivó a simplemente Coruña, el Coruña de toda la vida, y el curso pasado en el Racing afloraron virtudes que estaban ensombrecidas por los compañeros de su primera hora galaica. Ningún gol en su época coruñesa y hasta cinco en el Racing, en esa temporada con tintes milagreros que el equipo cántabro cuajó a las órdenes de Marcelino. Veintinueve años de edad, vestirá de blanco del Sevilla en su novena campaña española y con u n chorro de partidos en sus botas.

Según las cifras propaladas, Duscher llega al Sevilla a precio de ganga, algo que aumenta el prestigio que como negociador tiene el club de Nervión. Es una clave más del éxito recaudador del Sevilla, que compra bien y vende mejor. La prueba inequívoca de que eso es así es que después de la ristra de buenos futbolistas que el club vendió, el equipo siempre ha sido mejor. Cierto es que el curso pasado no ganó nada para extrañeza de los que creen que los títulos se suceden de forma automática, pero hay que ver la de contratiempos que hubo de superar. En fin que con la laboriosa contratación de Duscher (¿firmará ya hoy?) se demuestra una vez más que el Sevilla sabe bien lo que quiere.