ESTAMOS a dos meses del último acontecimiento deportivo del año y la Sevilla viva está reaccionando para que sea aquí donde se celebre. Sevilla tuvo de siempre vocación de palmero, sobre todo desde que alguien le regalara los oídos calificándola de jugador número doce. Ahora no necesita tener un dorsal tan alto, sino que con ser la tenista número cinco le bastará. Si con la selección de fútbol hizo papel de enfermera primero para sacarla de la catalepsia sufrida en el Mundial 82, ahora se trata de que ayude a España a ganar la Copa Davis. Con Valencia en el otro rincón, la posibilidad de que escenifique tamaño acontecimiento es mucho más que posible. Para eso, la Sevilla oficial y la deportiva, prácticamente toda la Sevilla institucional, se ha puesto manos a la obra y sólo falta que la Junta dé el paso adelante. Es cuestión de que aparque la pelusilla que le suponga que en Plaza Nueva mande gente desafecta a la causa.