Fragmentos

Juan Ruesga / Navarro

Sevilla 1984

ANDO en estos días ocupado en organizar un poco mi biblioteca. Y entre libros y papeles, han aparecido algunos ejemplares de un boletín municipal mensual de noticias y artículos, con formato periódico, titulado Sevilla 1984. Inmediatamente se ha despertado mi curiosidad para ver cuáles eran las noticias y asuntos que se publicaban ese año. Pero mi curiosidad se ha vuelto estupor cuando he visto que el artículo principal del número hojeado se titula "El plan del centro".

El primer párrafo del texto dice así: "El plan de ordenación de la circulación y del estacionamiento en la zona centro de Sevilla, conocido ya popularmente como el Plan Centro, significará para la capital hispalense algo más que un programa para regular el tráfico rodado y el aparcamiento en la ciudad (…) Uno de los criterios básicos utilizados para la elaboración del Plan Centro, además del impulso del transporte colectivo y la racionalización de la circulación rodada, ha sido la mejora de la calidad ambiental del casco antiguo de Sevilla, en donde se concentran un gran número de comercios y entidades de las que depende en gran medida toda la vida de este municipio". El grupo popular del Ayuntamiento opinaba sobre el Plan: "Colapso del tráfico y desarrollo urbanístico negativo". El grupo socialista decía: "El plan supone un aumento de la calidad de vida". El grupo comunista dijo: "Falta una incardinación entre la regulación del centro de la ciudad y el resto de Sevilla".

Mi estupor se convirtió poco a poco en incredulidad ante lo que estaba leyendo. ¿Era una crónica de hace más de veinte años o de ayer? No podía ser. Parecía que George Orwell, desde las páginas de su novela de anticipación política 1984, nos hacía un cruel guiño. El juego de espejos deformantes entre pasado y presente era demasiado evidente. Y la mayor evidencia es que veintiséis años después seguimos casi en el mismo punto del debate. Desesperante.

Si para resolver la circulación del centro llevamos cerca de treinta años y aún es un debate abierto. Si el mercado de la Encarnación se va a reinaugurar después de casi cuarenta años. Si para que funcione la primera línea de Metro hemos tardado otros treinta años. ¿A qué nos dedicamos los sevillanos y nuestros gobiernos municipales, para que los asuntos de la ciudad se eternicen, o se resuelven de treinta en treinta años? A este paso, ¿cuándo estará resuelta la conservación y uso de la Fábrica de Artillería de San Bernardo? ¿Y la reutilización de la fábrica de tabacos de Los Remedios? ¿Y el nuevo emplazamiento de la Feria de Abril? ¿ Y la red completa del Metro?

Puede ser que muchas de estas cuestiones no alcanzaré a verlas resueltas o terminadas. Pero no importa. Seguiré el ejemplo que me han contado de mi bisabuelo, que con más de 90 años seguía plantando árboles frutales, para que dieran sus mejores frutos diez o veinte años después. Aunque también me vienen a la memoria las palabras que recita Don Juan Tenorio: "Estrellas que me alumbráis,/ dadme en este engaño, suerte,/ si el galardón es la muerte/ cuán largo me lo fiáis".

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