LA Sexta aterrizó de forma sonora en el mando a distancia, como unos alumnos de Física o Química en una exposición antológica del expresionismo alemán, a través de sus contrataciones deportivas, vía Mediapro. De la mano de esta productora luce en su parrilla el fútbol liguero y, dentro de un año, la Fórmula 1. Ese fuerte tándem le hace sufrir a su vez la pinza mediática a través de sus dos víctimas, Sogecable y Telecinco. Después de que el presidente de Audiovisual Sport, Javier Díez de Polanco, vendiera a precio de saldo la semifinal de ida de la Copa de los barcelonistas al consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile, Mediapro, apelando al interés general, facilitaba el suculento partido de vuelta a La Sexta, para pasmo de Digital +. Esperaban hacer una buena taquilla a través de la ídem. Se masca en el horizonte más guerra aunque estén a la espera de una resolución judicial. Se supone que una de las urgentes misiones que debe afrontar el refrendado presidente del Gobierno es conciliar una entente entre los dos grupos de comunicación más afines a su figura. Pero es tanto el dinero, pasta, que hay de por medio, que se antoja complicado un acuerdo a corto plazo.

La Sexta, editorializa con más contundencia a través de El intermedio que de sus propios informativos. Sogecable siempre tuvo ahí como herramienta al guiñol y el canal participado por Mediapro a Sé lo que hicisteis y al Wyoming. En el programa de este miércoles, presentado por el torero muerto Pablo Carbonell, una reportera parecía divertirse con guasa de la tradición andaluza de la Semana Santa. En El intermedio deberían trazar una frontera en su guerra contra los obispos y distinguir entre las burlas hacia las figuras institucionales y las bromas sin gracia (como presentar con el antifaz de una cofradía) sobre la devoción de muchas personas. Sería reiterativo decir que hagan lo propio en La Meca.