¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Shakira y el despecho

La canción, además de una pamplina, reduce a las mujeres a simples cajas registradoras

Shakira en plena copla.

Shakira en plena copla. / DS

GRAN asunto el del despecho. Ha dado para mucho. Entre otras cosas para la que quizás es la obra literaria más escalofriante de la humanidad: la Medea de Eurípides. Yo la vi hace siglos en el Festival de Mérida y aún tengo mal cuerpo. Les recuerdo el argumento: el intrépido Jasón deja a Medea y sus dos hijos para casarse con Glauce, la hija del rey de Corinto. La mujer abandonada se desquita sin piedad: mata a la intrusa de una manera tan poética como terrible y, después, extermina a su prole. Estamos ante uno de los primeros testimonios de violencia vicaria de la humanidad, aunque el hecho de que sea fémina la que perpetra los crímenes no lo hace muy políticamente correcto en estos tiempos en los que el mal solo se adjudica a uno de los dos sexos (¿o era el género?).

El despecho, tanto masculino como femenino, también ha soplado detrás de muchos géneros musicales. Los corridos mexicanos, el tango o la canción francesa no se entenderían sin los alaridos de los que no admiten el abandono del ser amado. Un último ejemplo lo hemos visto en la canción de moda en las redes sociales, Pa tipos como tú, en la que la cantante Shakira se despacha a gusto con su ex marido, el futbolista Gerard Piqué, y su nuevo amor. Independientemente de que sea o no un plagio, como aseguran algunos, y de su valoración musical, de esa canción nos interesa el significado que algunos le están intentando dar al verla como una especie de himno de empoderamiento femenino. Da igual que la letra sea un despropósito donde se unen el sentido de la posesión en su versión más primaria y la humillación a la nueva y detestada amante de Piqué (mujer también, por cierto)..., los fans obvian estos aspectos y piden mármol para frases como “Las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”, lo cual, además de una pamplina, es reducir a las féminas a simples cajas registradoras. Las que conozco, desde luego, no son así.

En la educación heteropatriarcal que algunos de mi generación recibimos se hacía mucho hincapié en que, por muy duras que viniesen las cosas, un hombre nunca debía abandonar el hogar donde están su mujer y sus hijos. Puede que a la mayoría todo esto le parezca reaccionario y ridículo, pero estoy hablando de un mundo que ya está en ruinas, unos escombros habitados por seres anacrónicos y en extinción. El nuevo paradigma dicta que el amor es algo libre y múltiple y que uno tiene derecho a sentir mariposas en la barriga cada vez que se le antoje y mandarlo todo al cuerno, como ha hecho el tal Piqué. Y tiene derecho, asimismo, a hacerlo sin que nadie ejerza ninguna violencia sobre él o ella. También sin que nadie le dedique himno alguno para humillarlo (y humillarla, en el caso de la novia) ante millones de personas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios