La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Siempre tu barrio te guarde

Imposible saber si la Macarena imprimió su carácter al barrio o si fue éste quien la fue modelando

Convirtió su barrio en advocación. Sólo Ella tiene la fuerza de hacerlo. Sólo este barrio tuvo derecho a merecerlo. Muchas imágenes añaden a su advocación el nombre del barrio al que pertenecen o el de la parroquia en la que reciben culto. Pero sólo una ha fundido en su advocación la virtud teologal que tan asombrosamente representa y contagia, y el nombre del barrio en el que recibe culto desde que fue esculpida. Y sólo hay un barrio que haya sido capaz de imprimir su personalidad más honda y a la vez más sencilla y cotidiana a una Virgen -el vino blanco, el romero y la cal de una fachada en las que Juan Sierra la soñaba cuando quería-, creando poco a poco, día tras día, año tras año, siglo tras siglo, el universo que le es propio. Difícil, casi imposible tarea la de darle a esta Virgen lo que por derecho de belleza y exigencia de esperanza le corresponde.

Tuvo que llegar -no podía ser de otra manera- alguien nacido de las entrañas del barrio, un vecino de la calle Duque Cornejo que había aprendido el oficio en el taller de otras vecinas del barrio, las hermanas Antúnez, para interpretar en terciopelo y oro la luz eterna del rostro de la Esperanza y para traducir el sentimiento de los macarenos hacia su Virgen -lo que le decían y le rezaban, cómo hacía más llevaderas sus penas y besaba sus heridas, cómo la veían, la sentían y la soñaban- hasta que ese sentimiento tomó forma de mantos, sayas, palio y corona. Quedando definido del todo y para siempre el universo macareno. Para que cada vez que en su palio deje su casa para darse a Sevilla, esté donde esté, sea donde sea, se cumpla -otra vez la palabra exacta del poeta más fino- el "Virgen por tu barrio guardada, solo tu barrio te guarde" de Sierra.

¿Hizo la Esperanza al barrio de la Macarena tal y como lo conocemos o hizo el barrio a la Esperanza tal y como la reconocemos? Imposible saber si la Virgen imprimió su carácter al barrio o si fue éste quien la fue modelando a lo largo de los siglos. ¡Es tan estrecho el abrazo entre ambos! Al fin la Virgen tomó el nombre del barrio por advocación de tal forma que cuando se dice Macarena lo mismo se la está nombrando a Ella que a él. Por eso desde hoy al miércoles, cuando vayamos a su besamanos, sólo diremos "voy a la Macarena". Y en este nombre que al pronunciarse llena la boca y el alma de luz, se fundirán como una misma cosa su barrio y la Esperanza.

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