Antonio Montero Alcaide

Escritor

Significaciones de la Semana Santa

Las significaciones de la Semana Santa se entrecruzan en una confluencia de sentidos

En esta cuaresma recogida por mor del virus que penitencia con la enfermedad y la muerte, leer sobre la Semana Santa, además de tener a mano vídeos, marchas y saetas, acaso conforte ante la ausencia de su más plástica y heterogénea expresión. Un libro de Isidoro Moreno es clásico en esta materia, con título directo, La Semana Santa de Sevilla, y subtítulo a propósito, Conformación, mixtificación y significaciones. Su primera edición es de 1982 y en el prólogo a una posterior, de 1999, el autor expresa su doble condición: la de antropólogo, con especial dedicación al estudio de la sociedad y la cultura andaluzas, y la de persona, como tantísimas otras, que se confiesa fascinada por la desbordante magnitud de la Semana Santa y se sumerge en ella cuando la primavera bendice con luces limpias y estrenadas el callejero sevillano. Este último es uno de los acercamientos posibles a la celebración, junto a otros tantos. Moreno identifica, así, dos posiciones que asimila a culturas: una posmoderna y mayoritaria, con la Semana Santa como momento especial de vacaciones y ocio, entre la Navidad y el verano; y otra espiritualista eclesiástica, minoritaria en este caso, centrada en las celebraciones litúrgicas, puertas adentro de los templos, con el colofón mayor de la vigilia pascual. En tanto que en Andalucía, como en algunas otras partes de España, la Semana Santa se hace fiesta popular, barroca y recurrente en su cita primaveral, sin que se agoten las admiraciones y otras reacciones de un añoso y tradicional acerbo social, cruzado de "identidades e identificaciones colectivas".

Por eso la Semana Santa tiene asimismo distintos niveles de significación, que Moreno reparte en tres: la rememoración plástica de hechos centrales para la religión cristiana, como nivel más explícito; una proyección de la experiencia colectiva de opresión histórica del pueblo andaluz; y la plasmación simbólica de una dialéctica mayor, entre la muerte y la vida, que se resuelve en la gloriosa redención del vivir. De tales significaciones, acaso la relacionada con la opresión histórica del pueblo andaluz pueda ser de algún modo objetada. No por la inexistencia de tal sumisión, claro está, sino por la oportunidad de identificarla como significado que se proyecta en la Semana Santa. Escribe Moreno: "El Jesús doliente, sobre todo el Jesús Nazareno cargado con la cruz de las semanas santas andaluzas, simboliza, para el pueblo sencillo, al propio pueblo andaluz, a su desgracia y opresión seculares". Y, del mismo modo, la relación especial con la madre "que llora por el sufrimiento del hijo, sin poder hacer nada por remediarlo: una experiencia repetida y vigente todavía hoy en tantas familias andaluzas de las clases populares". Las proyecciones no son poco interpretativas. Incluso, pareciendo singulares, más bien resultan universales y, entonces, se interpretan "localmente". Porque la conformación de la Semana Santa tiene un sustrato tradicional y una conjunción bastante ajena a lo advenedizo. No se olvide, además, que la procesión va por dentro y la penitencia por barrios.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios