EL concierto programado anoche para abrir otra semana del ciclo Noches en los Jardines del Alcázar estaba a cargo de cuatro magníficos músicos de la Sinfónica de Sevilla: Vladimir Dmitrenco, Jerome Ireland, Sarah Roper y Gretchen Talbot, con obras de once compositores, de Johann Sebastian Bach a Carlos Gardel. Las entradas, como para todos los espectáculos de esta formidable programación que se prolonga hasta final de agosto, costaban 4 euros (IVA incluido) en la puerta, y 5 euros (IVA incluido) si se reservan por internet o por teléfono. Una delicatessen cultural, buena y barata. Aprovéchenlo, antes de que entre en vigor en septiembre la subida de impuestos. Y antes de que alguna mano negra intente cargarse una iniciativa que oxigena las noches de Sevilla.

Una buena forma de defender los monumentos que son Patrimonio de la Humanidad es conocerlos y frecuentarlos. Los sevillanos pueden entrar gratis a visitar el Alcázar, o simplemente a relajarse en sus silencios y fragancias, enseñando su DNI. Un lujo al alcance de todos. Y bien cerca está el Archivo de Indias, donde la entrada también es gratuita, abierto para ver y recorrer su potente arquitectura, y para fijarse sin prisas en los documentos de mayor relevancia histórica de sus inmensos fondos.

Sinfónicos a cuatro euros. O a cinco. Casi nada. Músicas para cultivar el espíritu asaeteado por los tijeretazos. Para afrontar lo que se avecina. También en la Sinfónica de Sevilla, donde el Gobierno andaluz ha reducido su aportación un 14,5%. Y a la vez tienen que capear con el cambio del IVA para los espectáculos, que pasa del 8% al 21%. Eso le coge al equipo gestor del Teatro Maestranza y de la orquesta con los precios fijados y a la venta para los abonos y entradas de toda la temporada 2012-13. Lo mismo cabe decir, por ejemplo, de la Bienal de Flamenco, que arranca el 3 de septiembre. Los aficionados japoneses no se van a enterar del sofocón sobrevenido a quienes han de cuadrar los presupuestos.