La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Socialismo flaco y ambición

Transformar dos escaños en una vicepresidencia y una consejería es digno del que vendió su alma al Diablo

En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no querremos acordarnos si lo que allí ha sucedido a escala autonómica es un ensayo de lo que podría suceder en el Gobierno de España, vive un político veleta de socialismo flaco y ambición corredora, a quien la razón de la sinrazón a su razón se hace, y de tal manera su razón enflaquece, que hoy se dice "soy susanista" y mañana "soy sanchista", que un día amanece enemigo declarado de los radicales y al siguiente los convierte en sus socios de gobierno. Con estas y otras semejantes razones de la sinrazón perdía hasta tal punto el pobre hombre el juicio y no sólo el norte, sino todos los puntos cardinales, que quienes lo habían tenido por susanista y socialdemócrata se devanaban el seso por entenderlas, y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara, ni las entendiera el mismo Aristóteles, si resucitara para sólo ello.

Los alquimistas de Podemos creen haber dado con la piedra filosofal capaz de conseguir, a través de pactos, lo que en las urnas no logran ni ellos ni el PSOE: echar a Rajoy de donde los españoles lo han puesto con sus votos. Si han logrado el prodigio de entrar en el Gobierno castellano manchego obteniendo solo dos escaños, mientras el PP ganó las elecciones obteniendo 16 y el PSOE obtuvo 15, es lógico que maese Echenique haya dicho: "Espero que [este acuerdo] marque el rumbo de lo que puede pasar en el ámbito estatal".

Esto de trasformar dos escaños en una vicepresidencia y una consejería que se ocupará de una cosa de preocupantes matices interpretativos llamada Plan de Garantías Ciudadanas es, no puede negarse, pura alquimia capaz de transmutar en poder efectivo y real los 106.565 votos que obtuvo Podemos gracias a los 395.544 del PSOE (que en realidad es el mágico prodigioso que vendió su alma al Diablo), frente a los 410.886 del PP. La aritmética no sufre: la suma de los escaños del PSOE y Podemos permite a los primeros hacer lo que han hecho; pero la coherencia política y la ética, sí: los valores que el PSOE representa (o representaba) no son (o no eran) sumables a los de Podemos. Antes de Sánchez, claro.

Si esto es lo que nos espera en el caso de que el PSOE sacara el número suficiente de votos en las generales para formar Gobierno con Podemos, convendría que los electores (incluidos, por supuesto, los socialdemócratas) se taparan la nariz y votaran al PP o se arriesgaran a votar al proteico Ciudadanos.

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