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La ciudad y los días

Carlos Colón

Sólo respetan lo que temen

POCAS cosas más hermosas que el respeto no impuesto por la coacción. Y pocas más lamentables que el respeto impuesto y otorgado por el miedo. Porque cuando se dice de algo o de alguien que impone respeto no se está aludiendo al temor a las consecuencias de la crítica o la falta de respeto, sino a dos cualidades: los valores que hacen que algo o alguien sea digno de respeto y la amplitud de miras, inteligencia y tolerancia de quien lo respeta, aunque no comparta la totalidad de lo que represente. Esto es lo propio de las sociedades avanzadas, las democracias plenas y los individuos que con su madurez cívica las hacen posibles. Lo contrario sería ese miserable estado de cosas en el que el respeto se impone a garrotazos; y la miseria moral de quienes sólo respetan lo que temen.

En el caso del estúpido y bárbaro pastor estadounidense que ha formado un lío de proporciones globales al pretender quemar hoy el Corán para "conmemorar" el 11-S se representa todo lo anterior. Por un lado tenemos a un individuo tan fanático como el islamismo fundamentalista que asesinó a tres mil personas en las Torres Gemelas, a tantas otras en tantos países y nueve años después sigue siendo una de las más graves amenazas mundiales. Por otro están las reacciones ante las consecuencias que tendría la disparatada iniciativa; que, desgraciadamente, obedecen al miedo y no al respeto debido al libro sagrado de una religión que profesan 1.800 millones de personas que, afortunadamente, no son todas fundamentalistas.

Desde la Casa Blanca al FBI, pasando por los gobiernos de medio mundo, se ha exigido respeto para el Corán y quienes creen en él. Pero por desgracia se trataba del respeto que nace del miedo, no de la tolerancia. Un día sí y otro también se profanan símbolos cristianos en nombre de la libertad de expresión o creación. Sólo el último año se han celebrado exposiciones en las que se representaba a Jesús como Hitler, mujeres en pelotas crucificadas y coronadas de espinas, una Anunciación fálica o un calendario con escenas religiosas interpretadas por maromos y transexuales. Hace pocos meses se anunciaba así la gira europea de una exposición: "¿Qué es la blasfemia? ¿Con quién y con qué podemos tratar de blasfemia? ¿Hay límites a la blasfemia? ¿La blasfemia es cultura? Cada artista expondrá su visión particular de la blasfemia sin ningún límite artístico y con total libertad creativa". Salvo el límite impuesto por el miedo, claro. Triste. Aunque prefiero sufrir estos insultos porque la religión que profeso se defiende en los tribunales; y ya no mata a quienes profanan sus símbolos.

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