la sevilla delguiri

Sueños de un sevillano

Mundo onírico. ¿Sueña igual una indolente mujer sevillana que un activo ciudadano americano? ¿Es el sueño una cuestión cultural?

CON qué placer mi esposa relata sus sueños! -Escalaba una montaña en la niebla -dice-, y no podía más. De repente, apareció una mano de la nada para coger la mía y ayudarme. Resulta que era el brazo de una especie de sabio. Vivía en la montaña con sus discípulos. Me sentía tan en casa con ellos que quería quedar para siempre.

No reacciono, pero ella adivina lo que estoy pensando:

-Lo siento, cariño, el sabio no eres tú, y los discípulos no son los niños. El feeling era espiritual.

Siempre está de viaje espiritual en sus sueños: en una bicicleta muy pequeña por sus medidas, medio rota, el manillar torcido, y después de un gran empeño, con muchos obstáculos, consigue avanzar y casi alcanzar su destino; o va en tren a una velocidad sobrenatural por túneles y puentes, sin miedo. Y sola. Siempre está sola, salvo en un sueño, al que no quiero dar demasiadas vueltas, en el que un enorme hombre negro le dio un apretujón y ella se sintió protegida, no quería que terminara. Por cierto, en los pocos sueños suyos que he hecho acto de presencia, he estado tonteando con alguna pelandusca.

-¿Por qué no con doña Sofía o con doña Cayetana?-le digo-.

-Estas dos no tienen ni chicha ni limoná.

Si somos lo que soñamos, yo soy menos. Tuve uno en el que yo era Tom Cruise y tenía que lavarme el pelo urgentemente antes de que estrenara mi nueva película. Tuve otro en el que el alcalde Zoido era mi redactor jefe y yo estaba enfadado con él, porque comía un dónut y no prestaba atención suficiente a mi artículo. Y tuve un tercero que primero pondré en contexto. Un día fui a un supermercado del barrio y compré miel de oferta. Resultó que no era miel pura, sino jarabe que llevaba sólo el 13 % de miel. La devolví a cambio de mi dinero sin problema. Pues aquella misma noche tuve un sueño en el que fui a esta tienda y vi miel al mismo precio al que la suelo comprar. Ya está. Sueño acabado. ¿Qué hay para interpretar? ¿Qué hay para hacerme el interesante?

-Es lógico- digo a mi mujer-. Cuando alguien se desarraiga de su tierra natal, el inconsciente pasa todo el día buscando nuevos símbolos con los que pueda dar sentido a la vida; así pues, al llegar la hora de dormir, necesita descansar y no montar películas. Espera y verás. Uno de estas noches, voy a tener un sueño que te dejará atontada. Los tuyos van a parecer tiras cómicas en comparación.

-¿Por qué tienes que convertirlo todo en una competición?

-¡Porque estoy siempre siendo atacado! El otro día un habitante de tu querida ciudad llegó tan lejos en decir que, porque soy yanqui, con mis raíces en Europa, siempre tendré ganas de viajar por este continente en busca de mis predecesores, comparándome con -te lo juro por Dios- los niños españoles robados. Te digo una cosa, los estadounidenses, aunque tenemos poca historia, la sentimos intensamente. No estoy aquí buscando el calorcito de una casa y unas tradiciones que nunca he conocido o sentido. Estoy aquí simplemente porque, en Sevilla, aun pese a La Crisis, vivo bien.

-No te emociones, cariño. Sólo quería compartir un sueño contigo.

-¡Los estadounidenses también podemos soñar a lo grande, y no sólo con ser estrellas de cine! De hecho, una noche, antes de conocerte, tuve un sueño tan bonito, tan místico, que instó a que me levantara de la cama para escribir un poema.

-Déjame ver el poema.

-No me levanté. Tenía demasiado sueño. Pero esto no viene al caso. ¿Sabes qué? "Sentir y pensar, sin operar sobre lo que se siente y piensa", palabras de Manuel Chaves Nogales, el mejor periodista que esta ciudad ha conocido. ¡Por eso es! Como no sois consecuentes con lo que sentís y pensáis, el inconsciente es más inquieto por la noche. Se desahoga. Yo, por otra parte, no sueño con encontrar un sabio, o viajar a toda libertad, o ser abrazado amorosamente por un enorme hombre negro, porque ya he vivido todo eso.

-¡Te ha abrazado amorosamente un enorme hombre negro!

-Sí, fue la última vez en la que consentí tomar algunas cervezas con un homosexual dos veces más grande que yo. Me libré por los pelos. Con astucia. Menos mal. Te quejas de que estoy acomplejado. Pues imagínate si aquella mole se hubiera salido son la suya. Tendrías un cohibido de remate a tu cargo.

-Podría haber sido tu viaje a toda libertad.

-Mi viaje a toda libertad tuvo lugar en Sevilla. Antes de conocerte.

-¿Y tu sabio?

-Sabia. Yo, por lo menos, me atrevo a decirlo.

Otra vez me respaldo en las palabras de Chaves Nogales:

"Es ella toda la espiritualidad sevillana, y una misión de cultura honda y honrada" (es decir, este menda) "la recoge amorosamente, abre cauce sereno al caudal de su ánimo glorioso, y en él diluye, para que alcance a todas nuestras horas, aquel inapreciable tesoro de su emotividad".

¡Qué palabras más oníricas! Así quiero soñar.

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