CUATRO no hará la guerra por su cuenta estos sanfermines. Unirá sus esfuerzos a los de La Primera. Una cadena suministrará la señal desde dentro de la plaza, y la otra, de lo que ocurra en la calle. Se trata de rentabilizar esfuerzos en tiempos de crisis. Lo asombroso es que en otras latitudes no cunda el ejemplo. Léase, en las televisiones autonómicas, que aterrizaron en unos años en los que los centros territoriales de TVE existían para el mismo fin. Lo curioso es que ni unas ni otras cumplían sus objetivos.

Y mientras los centros territoriales fueron los parientes pobres, y acusaron la excesiva burocratización y rigidez institucional de sus redacciones (y eso es exactamente lo opuesto al periodismo, la inmediatez, el poder expresarse sin mordaza), las televisiones autonómicas tendieron con demasiada frecuencia a convertirse en la voz de su amo, y a disparar con pólvora de rey. No hace falta citar ejemplos porque cada cual tiene los suyos muy cerca.

Por eso, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, esto es, que nuestra televisión pública ha llegado a un acuerdo con Cuatro para que los encierros sanfermineros lleguen a buen puerto con un presupuesto moderado, podríamos plantearnos cuánto se podría ahorrar si los presupuestos se realizasen con cordura.

TVE aporta la experiencia de treinta años y los sabios comentarios de Javier Solano, que se les sabe todas en estas lides. Cuatro, con sólo tres julios de historia, contribuye con su nervio y su forma de hacer televisión pegada a la calle, a las historias de la gente. Como ejemplo resulta muy válido y bastante clarificador. Se trata de sumar. De sumar con sensatez, con un criterio.

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