SI el Domingo de Ramos se hubiese celebrado el domingo pasado, las procesiones de media España se habrían mojado. Si la Semana Santa, por las fases de la luna lunera, hubiera confluido en los últimos días de marzo, muchísimos de los desfiles procesionales que tienen lugar entre el Domingo de Ramos y el Lunes Santo se habrían suspendido. En las capitales castellanas y en las andaluzas. También en Murcia y Cartagena. En tantos lugares de nuestra geografía.

Si la información meteorológica ha adquirido un protagonismo desacostumbrado en los días corrientes y molientes, ahora que nos hallamos sumidos en los días previos a la fiesta, su seguimiento se multiplica. Y las previsiones, de aquí al fin de semana, cuando comiencen a aventurarse con certeza los pronósticos para los días grandes del 9 y el 10 de abril, se convierten en un breve espacio lleno de suspense.

Es verdad que a estas alturas, y gracias a internet, cualquiera de nosotros podemos navegar para conocer la previsión a muchos días vista. Pero no es menos cierto que para un sector muy amplio de la población hasta que dicho parte no se traduce en imágenes, no es presentado por Mónica López o por el meteorólogo de turno, no se oficializa.

Los expertos no aventuran nada. Abril es cambiante, y todavía no se puede poner la mano en el fuego acerca de lo que ocurrirá los días grandes de la Semana Santa. Hace muchos años que Sevilla y las principales ciudades andaluzas no hacen pleno, sacando a todos sus pasos a la calle. Pronto sabremos si en 2009 esto es posible. A estas alturas ya hay muchas almas en vilo y no pocas mariposas revoloteando en el estómago. El suspense continúa.

La sintonía de El tiempo se espera con fe.

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