PARECE que el TAS, ese órgano que crease en su día Juan Antonio Samaranch para evitar que el deporte se saliese de los cauces disciplinarios propios, sólo hace respaldar lo que se ordena en primera instancia. Y así ha obrado una vez más no revocando la desmesurada sanción que recayó en el Barça por su captación de futbolistas niños en cualquier parte del mundo. ¿Y es lógico este castigo para la que puede ser mejor cantera del orbe?
Dice la letra de la ley que se trata de proteger al futbolista menor de edad y la pregunta es si ese menor que vive en una favela en una de las muchas Villa Fiorito que existen en el mundo no está más protegido en La Masía que en su casa. ¿No será que lo que la FIFA persigue es proteger a los clubes de origen para que no pesquen en sus caladeros? No sé, pero lo cierto es que esta sanción huele a cacicada, ya que no parece que sea el Barça el único que infringe ley tan protectora.
Por otro lado hay que incidir en que una ley edificada bajo los parámetros de proteger al menor no tendría por qué sancionar al fútbol de élite. Pescar alevines es el motivo de la sanción, por lo que resulta chocante que dicho castigo recaiga en el primer equipo. Si ha quebrantado la ley, la sanción debería ser económica según la gravedad del pecado, pero privar a ese club de mejorar para competir a su nivel da la impresión de que resulta injusto porque daña a la libre competencia.
Me consta y creo nos consta a todos que en ningún club del mundo se le da al futbolista niño el trato que recibe en La Masía. Los padres de los talentos incipientes sueñan con que sus hijos vayan a la cantera azulgrana porque de allí salen futbolistas magníficos y personas normales. Por todo esto hay que convenir en que impedir que el Barça se refuerce adecuadamente para mantener su estatus es una forma de perjudicarle a la par que sus rivales se frotan las manos.
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