CUANDO David Taguas pasó, en horas veinticuatro, de consejero áulico de Zapatero a presidente de la asociación que agrupa a la gran patronal de las obras públicas hubo división de opiniones: unos pensaron que los empresarios le agradecían los servicios prestados a la causa -su causa- mientras estuvo en la Moncloa y otros creyeron que lo contrataban para utilizar sus buenos contactos en el Gobierno en el futuro.

Hubo una tercera vía de opinión que, a la postre, fue la que prevaleció. La Oficina de Conflictos e Intereses del Ministerio de Administraciones Públicas dictaminó que el asesor no incurría en incompatibilidad con su trasvase de lo público a lo privado, puesto que como jefe de la Oficina Económica del Gobierno había participado en la toma de decisiones que afectaban a las constructoras, sí, pero no directamente a la patronal que lo acababa de fichar. Argumento maravilloso (en el sentido de pasmoso, no de admirable). El Ministerio hiló fino, ciertamente, para distinguir entre beneficiar a una empresa concreta dedicada a la gran obra pública y beneficiar a la asociación de todas ellas. Pasmoso, sí.

Pero dejemos las interpretaciones ministeriales, naturalmente oficialistas y contaminadas, y volvamos a las versiones de las personas normales. Por ahora se ha cumplido la primera opinión: a Taguas lo ha contratado la Asociación de Empresas de Obras Públicas de Ámbito Nacional (Seopan) para agradecerle lo que hizo por ellas mientras fue director de la Oficina Económica de la Moncloa. Ayer se supo que el versátil asesor medió ante bancos y cajas de ahorros para que accedieran a renegociar la deuda de 4.000 millones de euros que arrastraba Martinsa-Fadesa, la inmobiliaria que ha acabado suspendiendo pagos. También pidió a varios ministros -los tenía a mano, la verdad- que fueran "comprensivos" ante las dificultades que atravesaban estas compañías y se reunió en reiteradas ocasiones con el líder del llamado G-14 (lobby de las principales inmobiliarias), que era a la sazón el propio Fernando Martín, el presidente de Martinsa-Fadesa.

Verde y con asas: la patronal gran constructora fichó a David Taguas por lo bien que se había portado, cuando formaba parte del Gobierno, con la empresa del dirigente de esa misma patronal. La deducción es fácil y en absoluto incompatible con la segunda hipótesis que exponíamos al principio; a saber: que lo fichan para que use en su favor las influencias, conocimientos y relaciones que seguirá manteniendo con el Ejecutivo en general y con la fontanería moncloíta en particular. Comprobarlo es sólo cuestión de tiempo. ¿Qué es eso del tráfico de influencias? Pues esto de Taguas y la patronal constructora, pequeño saltamontes.

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