SIEMPRE digo que desde que cerraron el kiosco de Lo + Plus me he sentido huérfano de programa de cabecera. Cuando hablo de programa de cabecera me refiero a ese espacio que esperas y no dejarías pasar por nada del mundo; esa cita que saboreas porque colma tus expectativas; ese producto capaz de generar ilusión porque nunca defrauda y se convierte en un hábito que genera felicidad.

Desde que se fueron los de Lo + Plus no he encontrado formatos diarios tan renovadores, tan completos. Peor todavía. En ocasiones ni siquiera hubo formatos ni producción propia. Por eso saludamos con tanta alegría la puesta en marcha de Channel Nº 4, que arrancó con el proyecto fundacional de Cuatro, y que sin embargo, pese al impecable ritmo televisivo aportado por los profesionales que hacían Crónicas marcianas, con Eva Tovar a la cabeza, no alcanzó el favor del público.

Yo debo ser público muy raro, por cuanto de Channel Nº 4 me gustaba mucho más su etapa primigenia, aquella en la que la audiencia no le hacía caso, que la segunda, cuando empezó a dar concesiones con tal de encontrarse con su público. Ahora que ha arrancado Más vale tarde en La Sexta, es curioso, el formato de Mamen Mendizábal me remitió por momentos al primer Channel Nº 4, al que a mí me gustaba tanto. Será la presencia de Marisol Galdón, tan espontánea, tan directa; será la forma de combinar las imágenes como soporte de la tertulia (el tema del anuncio en el que se ha usado a la Reina Sofía), pero la verdad es que el programa fluye en un cuesta abajo muy entretenido. El primer Más vale tarde no lo asocié a El gran debate de Telecinco en ningún momento. Ni siquiera con Al rojo vivo de la misma cadena. Me trajo aromas de Channel.... Lo que no deja de llamarme la atención.

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