Visto y Oído

francisco / andrés / gallardo

Teatral

ANA Diosdado es tan educada que no quiso desairar a Telecinco y, esperemos que así sea, no tendrá ganas de ventilar ningún trapo sobre sus años de relación con el fallecido Carlos Larrañaga. Diosdado, la creadora de Anillos de oro y Segunda enseñanza (Física o química, veinte años antes, sin revolcones ni cuerpos al aire), dos series que aventuraban cambios de tratamiento y temática en la ficción española, parecía una marciana en el plató de Hay una cosa que te quiero decir, pastoreada por Jorge Javier Vázquez. A saber qué se le pasaba por la cabeza a la autora teatral y que no llegó a pronunciar por pura convención social. El presentador se postuló para protagonizar una obra y la escritora, después de superar unos segundos de impacto, no sabía si estaba siendo víctima de una broma y a qué venía esa vocación repentina de Vázquez, quien tuvo que recular aunque se dejó caer con ese estrellato en los escenarios.

Cuando por los platós de Telecinco deambulan seres poco habituados al ritmo y orientación de lo que se cuece en esos programas surgen esas situaciones un tanto sorprendentes. y que acaban siendo incómodas para todos, como le pasó a Ana Diosdado. Allí se encontró, vía panel (y ella seguía sin enterarse bien de cómo iba todo), con antiguos compañeros de su celebrada serie. Con un Imanol Arias amable y carismático, que también habrá hecho las paces con los tomateros, y rostros televisivos de otro tiempo como Ana Marzoa, una leona de la escena, o la olvidada Mónica Randall. El encuentro acabó atropellado, algo insulso, desinflado pese a que surgiera alguna furtiva lágrima. Cuando la fauna no tiene nada que ver con el hábitat típico telencinquero, las sorpresas de Hay una cosa... se vienen abajo.

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