Visto y oído

Antonio / Sempere

Teatreros

EN el mes de noviembre la teleadicción ha batido su propio récord, situándose en los 262 minutos de consumo televisivo por habitante y día. Cuatro horas y veintidós minutos, que no está nada mal. Consuela saberse tan acompañado, constatar que éste es el deporte más practicado por todos durante el tiempo de ocio. Ahora bien, ¿qué vemos en todo este tiempo? ¿Qué programas y qué cadenas consumimos y cuáles no miramos nunca? Para conocer el resultado de las audiencias conviene mirar los resultados pormenorizados, programa a programa, de páginas web que los difunden gratuitamente, como es el caso de Telemanía, y extraer sus conclusiones. No vale quedarse con los titulares porque cada medio arrima el ascua a su sardina, y cada grupo mediático a sus cadenas de referencia. Ha vuelto a suceder con los datos arrojados por la tercera oleada del EGM, cuando sin ningún pudor todos los grupos se han erigido como ganadores, y hasta señalado cifras que ponían en evidencia a los medios de la competencia, cifras siempre debidamente tamizadas a conveniencia.

Otra cuestión. El miércoles tuvo lugar la entrega de los Premios Ondas. A pesar de su prestigio, Cuatro los emitió en diferido después de la medianoche, lo que provocó que el último premio se entregase a las 2.20 de la madrugada. A esa hora la gala fue vista por 211.000 espectadores, tres de cada cien de cuantos tenían encendido el televisor en esos momentos. Lo que pretendía Cuatro, al postergar la emisión, era precisamente evitar que se desplomase su cuota de pantalla. Por eso, mientras los premios se entregaban en el Teatro del Liceo, la cadena emitió una reposición de Frank de la jungla y más tarde una entrega de Millenium. Tratando de arañar share. Ni Tony Bennett consiguió que la gala se considerase evento de prime time.

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